Por Claudia Elena Bohórquez S.
Desde hace un tiempo venimos observando en Medellín un desplazamiento de la prostitución callejera que seguramente obedece a la demanda, pero que cada vez ocupa más espacios públicos.
Muchos de los turistas que nos visitan, y, por supuesto, también locales, están interesados en este tipo de ofertas que ahora conviven con el ciudadano corriente que intenta moverse por la ciudad y que nada tiene que ver con este tipo de actividad.
La convivencia se torna difícil, no solo por el espectáculo visual, que es un tanto agresivo, como se pudo comprobar con el famoso caso de la mujer que se exhibió en ropa interior mientras un hombre la llevada amarrada por la zona de Provenza. Es que siempre se ha sabido que donde pulula la prostitución siempre hay más problemas de inseguridad, lo que va produciendo que estas zonas se abandonen poco a poco, como ha sucedido en tantos lugares del centro de Medellín.
Dejo unas cuantas preguntas: ¿hasta dónde tenemos que llegar?, ¿cuánto más van a esperar las autoridades para ponerle freno a este desplazamiento imparable?, ¿lo que buscan es que nos rindamos, que no volvamos a visitar las áreas de ocio y que nos entreguemos a la ley del más fuerte, que quedemos acorralados en nuestra propia ciudad?