Va un poco más de un mes de gobierno y han sido días complejos, que se resumen en una mezcolanza de propuestas que dibujan un panorama de incertidumbre grande. Claro, ese panorama se disimula con la fuerza popular que aún brinda la idea de cambio vendida en campaña.
Pero hay que ver las cosas con suspicacia y ojo agudo, porque el trasfondo no es tan benévolo como los progresistas creen. Cuando se hace ese ejercicio empezamos a ver unas aguas turbulentas movidas por mareas pesadas: La intrincada propuesta de la paz total, la reforma tributaria, la teoría del decrecimiento económico, las ganas de meterle la mano al régimen pensional, el aumento sí o sí del precio de la gasolina, las decisiones polémicas frente a las fuerzas armadas, en fin.
Un montón de anuncios que empiezan a convertirse en complejas conversaciones, incluso tóxicas y desgastantes, que siembran incertidumbres al desconocer voces técnicas y análisis tozudos que demuestran la inviabilidad e impacto negativo que aquellos pueden tener o, por lo menos, la inconveniencia que traerían consigo en medio de la coyuntura que vivimos.
A eso sumémosle la poca ayuda que brindan los miembros del gabinete. Hay ministros que se pasan de militancia y activismo, ministros que se han dedicado a agitar las aguas como si estuvieran aún en campaña.
La ministra de Minas Irene Vélez da cuenta de eso. Se está especializando en coleccionar salidas en falso tanto de forma como de fondo, demostrando gran desconocimiento del ejercicio político y técnico en un sector clave para el desarrollo del país.
¿Hasta cuándo va el argumento de “periodo de aprendizaje” con el que han tratado de defenderla o el argumento del “pánico escénico” que esbozó el senador Gustavo Bolívar para justificarla?
Hace unos días alguien que trabaja en una empresa del sector mineroenergético me decía: “Cada salida en falso de la ministra es un golpe al riñón del sector. Nos castigan los mercados. Literalmente, se va la energía y nos mete en una tensión que desenfoca y borra nuestros esfuerzos hechos en transición energética, sostenibilidad y aporte al desarrollo del país. Es frustrante. Corregir el daño que se está haciendo va a costarle mucho al país”.
La cosa es simple. Mientras más turbulencia haya en las aguas políticas, más aprovecharán otros para hacer de las suyas. Ahí sí van a aparecer problemas.
Bueno, ya están apareciendo.
Piense en la frecuencia con la que se están presentando masacres en diferentes partes del país. Descuido en el orden público.
Piense en las invasiones de tierras, un precedente nefasto en cualquier parte.
Piense en las mañas que sacarán los grupos ilegales para montarse en los llamados diálogos regionales de cara a la paz total.
Ojalá esto no sea la confirmación de un patrón de comportamiento basado en la polémica y la confrontación. Si es así, el desgaste para el país será inmenso y no habrá institucionalidad capaz de controlarlo