En estos últimos días de 2022 tengo la sensación de haber vivido muchos años en uno. ¿Les pasa igual, lo sienten así? Lo citó Marco Aurelio en sus meditaciones: “el tiempo es un río y una corriente de acontecimientos.”
Doce meses de alegrías, dolores y aprendizajes. De incertidumbre y una que otra certeza. Los balances son, además de una costumbre, necesarios. Respirar, hacer un alto en el camino, recordar, añorar, suspirar, recargarse, sonreír, llorar, meditar, al fin de cuentas, vivir.
En estas casi 500 palabras, corto espacio, reflexionaré sobre lo que deja este 2022, con énfasis en Medellín y Antioquia. Puedo omitir algunas consideraciones cruciales para otras personas o instituciones, me excuso. Esta lista está lejos de ser definitiva. Es un ejercicio personal y una invitación a que construyamos otras que nos ayuden a escucharnos, hacer autocrítica, retarnos y despedir este año.
Hablemos de alegrías: los jóvenes. Su vibrante energía y decisión, de aquellos muchachos que, con argumentos y activismo contundente y pacífico - subrayo esto -, incidieron y tienen hoy un papel relevante en la construcción de la agenda social y de su futuro.
Otra emoción que nos recargó de energía fue la puesta en marcha de dos de las ocho turbinas de Hidroituango. Reconocimiento a miles de trabajadores que persistieron sin caer en el peligroso juego de algunos políticos que quisieron desahuciar el proyecto. En el año electoral que se avecina hay que blindar la obra y protegerla de agendas particulares.
En este listado de alegrías también mencionar a la selección femenina sub-17 de fútbol, unas mujeres que “jugaron como niñas” y nos hicieron tocar el cielo con sus triunfos; el sonido y talento de los artistas antioqueños que pusieron a “Medallo en el mapa”, con una industria musical que promete ser generadora de empleo y nuevas posibilidades.
En el inventario de felicidad reconocer el nacimiento de Antioquia Cómo Vamos, la primera plataforma departamental de ese modelo y una herramienta que esperamos contribuya a mejorarles la calidad de vida a los antioqueños.
Vale la pena resaltar la vocación, siempre intacta, de los empresarios antioqueños para aportar en el desarrollo de Antioquia y Colombia y ser coequiperos en la solución de los problemas públicos.
Dolores: el abandono de la agenda social de Medellín. Una ciudad y región donde hay hambre. En la capital de Antioquia tenemos desnutrición crónica de niños, cuestionamientos a la contratación y prestación de servicios a la primera infancia; aumento en percepción de corrupción por el manejo de los recursos públicos; indolencia y desidia con la atención a la tercera edad; así como colegios oficiales que se caen a pedazos, deserción escolar y baja calidad en la educación. Un triste listado.
Aprendizajes, más de los que podemos contar. Seré breve: la representatividad importa. Incluir, construir con otros, diversidad, nuevas voces, escucharnos y darle digno lugar a la diferencia.
Otro esencial: cuidar lo público, una tarea de todos y sin descanso. Dar por sentada la fortaleza de nuestras instituciones es riesgoso e ingenuo.
Les deseo una feliz navidad y un año nuevo en el que activemos las lecciones aprendidas y propiciemos muchas alegrías