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Juan José García Posada
Columnista

Juan José García Posada

Publicado

Ancón, jipis y mitos urbanos

Por juan josé garcía posada

juanjogp@une.net.co

Hace cincuenta años, una de mis primeras misiones de reportero y cronista en EL COLOMBIANO, a cuya redacción ingresé el 19 de febrero de 1971, consistió en narrar lo que sucedió en el extenso y fangoso terreno de Ancón, en jurisdicción de La Estrella, escenario del Festival de rock en el que hizo la primera irrupción local la novísima tribu urbana de los jipis en torno a una enorme plataforma en la que actuaron durante las tres jornadas numerosos grupos del género importado de Norteamérica y que año y medio antes había atraído la atención mundial con Woodstock, el multitudinario evento celebrado en una granja de Nueva York.

Ancón se grabó en la historia cultural de Medellín, pero no creo que la haya partido en dos como han dicho para maximizarlo. Este es el primero de los mitos urbanos que originó el espectáculo, fuente de fabulaciones propaladas con la superficialidad y la desinformación de uno que otro noticiero. Primero, pues, si fue un capítulo que sigue siendo interesante. Pero la historia siguió en su línea continua. También es exagerado afirmar que todo el que estuvo en Ancón fumó marihuana, incluido el Alcalde Álvaro Villegas. Es una falsedad hasta injuriosa. Muchos no nos hemos fumado ni un porro en toda la vida, aunque sí quedamos impregnados del olor dulzón de la maracachafa. Y es otra mentira decir que el señor Arzobispo de entonces decretó la excomunión de los asistentes. Como siempre, quieren involucrar a la Iglesia como institución prohibicionista, por el solo hecho de que en La Hora Católica su director, el padre Gómez Mejía, hubiera criticado a organizadores, rockeros y jipis con su acostumbrada severidad. Tres mitos urbanos, entre otros.

Era obvio que el periódico no podía abstenerse de tratar tema semejante, así como lo divulgaron muchos otros medios. Me acuerdo de que hasta Gloria Valencia de Castaño hizo varias notas de televisión desde la tarima. Me encontré con varios periodistas con los que entonces compartía la disciplina del relato literario, en aquella época dura y gratificante de la redacción. Carlos Uribe y Fernando Londoño también escribieron sobre Ancón. Nos coordinaba el Jefe de Redacción, Darío Arizmendi, tan riguroso que algunos compañeros lo llamaban El Verdugo.

El Festival Jipi de Ancón mostró la capacidad innovadora de Medellín. Aquí siempre hemos sido noveleros. Perderse ese espectáculo habría sido imperdonable, así no se tuvieran siquiera simpatías por el rock, los jipis y lo que fumaran con pésimo gusto. Fue un evento desproporcionado. Marcó para la ciudad el sello de la apertura global y el cosmopolitismo, la innovación, la curiosidad. No creo lo que ha dicho Gonzalo Caro, Carolo, el fundador, que el Ancón sea hoy como un santuario generador de energía cósmica. Otro mito urbano

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