Por Daniel González Monery
Universidad del Atlántico
Lic. Ciencias Sociales, semestre 8
moneri11@hotmail.com
No vengan con cuentos: la doble instancia que se predica como derecho de todos los procesados en la justicia internacional es, aquí, una mera disculpa política para favorecer a Andrés Felipe Arias porque ningún otro preso de única instancia le ha importado al poder. Me pregunto cómo hará la Corte Constitucional para salir del berenjenal, precisamente constitucional, que acaba de armar. Con Arias constatamos, de nuevo, que en Colombia, la igualdad es solo un enunciado, no un principio, porque, en verdad, unos pocos pertenecen a la casta y los demás somos del montón de los invisibles.
El problema de Andrés Felipe Arias es que la única instancia judicial que le sirve es una que lo declare inocente. De resto, todas le van a parecer, como hasta el día de hoy, injustas, parcializadas, abusivas, contaminadas y hasta corruptas. Al mejor estilo de su jefe natural, Uribe, Arias solo acepta un fallo de inocencia absoluta en el cual quede consignado que no solo fue erróneamente condenado, sino injustamente perseguido.
El impacto del caso Arias es obvio, pues algunos sectores políticos, en especial del Centro Democrático, consideran que su condena es injusta y fruto de una persecución política. Han propuesto entonces que la doble instancia para aforados, que fue establecida por reformas recientes, pero para nuevos procesos, tenga efectos retroactivos, para que Arias pueda apelar su condena.
Varios congresistas de la oposición se oponen a esa propuesta, pues consideran que la condena contra el ex ministro no es arbitraria y que no puede hacerse una reforma penal solo para beneficiar a una persona. Arias no es un perseguido político. Recordemos que fue también sancionado disciplinariamente por el entonces procurador Ordóñez y que la acusación ante la Corte Suprema fue formulada por la Fiscalía de Viviane Morales. Difícil creer que esas personas, aliadas del uribismo, le montaron toda una persecución política.
Confiado en una decisión a su favor, Arias pretende ahora definir los requisitos para los nuevos jueces que revisarían su caso, los cuales deben reunir unas condiciones que –en las amables entrevistas que le han hecho– él se ha dedicado a enumerar, de modo que colmen sus expectativas. En resumen, no solo quiere que se le otorgue su segunda instancia, sino que pretende escoger a su propio juez; uno que le garantice su inocencia y lo libre de todo mal. Como quien dice, un tribunal a su medida, o a la de Uribe .
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