Yo sí admiro a Greta Thunberg, de 16 años, activista medioambiental sueca, y sus movilizaciones de la semana pasada. Animados por ella, millones de jóvenes salieron a protestar en las calles, dejando clases de colegio y universidad, para gritarles, a los que tienen alguna probabilidad de hacer algo efectivo, que se debe cambiar la forma de producir y consumir.
Para mí lo mejor del presente es que una inmensa multitud de jóvenes están formándose con la mentalidad del cuidado del medio ambiente: entendieron que la vida sobre el planeta Tierra solo es posible con agua, aire y tierra. Entienden que este es el único planeta que tenemos y que no hay manera de reemplazarlo ni es posible, por ahora, comprar tiquetes para vivir en el exoplaneta Próxima b, descubierto en 2016.
La insensatez de los que ven amenazados sus bolsillos, porque los jóvenes empiezan a entender que hay que cambiar la forma desaforada de consumir, contaminar y depredar recursos naturales, ha hecho que se hagan todo tipo de comentarios contra Thunberg: “que es solo una niña rica”, que “tiene trenzas con la estética nazi” (BBC News Mundo) ¡qué solidez de argumentos!
Es que decir la verdad sin eufemismos y con un lenguaje no correcto, políticamente hablando, es insoportable para un mundo de doble moral, construido con mentiras. Quién se había atrevido a decirles: “Sinceramente, no entiendo por qué los adultos eligen pasar su tiempo burlándose y amenazando a adolescentes y niños por destacar los argumentos de la ciencia, cuando podrían hacer algo bueno en su lugar. Supongo que simplemente deben sentirse muy amenazados por nosotros”.
Claro que las grandes economías tienen que temblar si los jóvenes, que son los mayores consumidores, entienden y deciden llevar una vida menos consumista y amigable con la naturaleza.
También dicen que es marioneta de otros grandes poderes económicos que pretenden producir energía sin combustibles fósiles. Ahí no veo problema: de todas formas necesitamos energía para el tipo de vida que llevamos, el problema es que sea energía contaminante. Si a las petroleras se les acabó su cuarto de hora... pues es hora de que entiendan que su economía particular y todos los que de ella viven, no puede seguir afectando al bienestar terrícola. Y todos los que trabajan en la cadena petrolera podrán trabajar con la otra cadena que bastante empleo, de seguro, generará. Greta y los jóvenes tienen la razón.