Por David González Escobar
Universidad Eafit
Ing. Matemática - Economía, semestre 7
davidgonzalezescobar@gmail.com
No existe un problema con una solución más obvia que el de cómo lograr una educación más efectiva: todos necesitamos que Aristóteles sea nuestro tutor privado. ¡Voilà! ¡Todo resuelto! Con tal de aguantarse unos cuantos insulticos en griego ante las burradas cometidas, todos gozaríamos de una educación personalizada de inmejorable nivel, à l’Alejandro Magno.
Pero claro, existen unos pequeños inconvenientes a la hora de materializar este concepto de Aristóteles para todos:
1. No hay una fuerza laboral suficiente –menos especializada en educación– capaz de suplir la demanda de una educación privada y personalizada para cada estudiante.
2. Aunque hubiera suficientes tutores privados para todos los estudiantes, una educación privada y personalizada para todos sería increíblemente costosa.
3. Aunque tuviéramos a disposición los recursos, no hay suficientes tutores tan buenos como Aristóteles.
Unos problemas para nada despreciables.
Sin embargo, como aparentemente ha ocurrido y ocurrirá con todo en el siglo XXI, el internet parece ofrecer solución a algunos de estos problemas: es capaz de poner contenido educativo al alcance de millones de estudiantes por un costo marginal cercano a cero. Pregúntenle a Julio Profe u otros creadores de contenido educativo multimedia. Problemas 1. y 2., al parecer, “resueltos”.
Ahora solo falta resolver la escasez de Aristóteles. De tutores que vayan al ritmo del estudiante, que entiendan sus falencias y fortalezas, que sean capaces de guiar los contenidos del aprendizaje de forma que la experiencia educativa pueda ser lo más productiva y gratificante posible.
Necesitamos un Aristóteles Digital. No es suficiente poner la infinidad de información que tiene el internet en manos de los estudiantes, eso no sería nada muy distinto a una biblioteca de uso más amigable. Por el contrario, la revolución en la educación podrá ser significativa cuando estos contenidos puedan ser guiados por la mano de un Aristóteles: una plataforma, software u otro formato que todavía no imaginamos que sea capaz de comprender cómo aprende un estudiante mejor que un profesor, que sea capaz de hacer seguimiento metódico de su progreso y que guíe los contenidos de su aprendizaje acorde a esta información.
Suena fantasioso. Sin embargo, la “Inteligencia Artificial”, “Big Data”, “Machine Learning” y otras palabras que les encanta abusar a los departamentos de mercadeo le están abriendo posibilidades previamente inexistentes a la idea de un Aristóteles Digital. Tema para continuar en futuras columnas.
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