Muchos expertos afirman que la reforma tributaria es necesaria, mas el problema está en quiénes soportarán el mayor peso. Como en todo este siglo cuando el neoliberalismo se volvió desafiante, serán las clases medias y bajas.
El gobierno gastó durante la pandemia, pero recordemos que el gran alivio fue para bancos y grandes empresas. Lo que destinó en conjunto fue 2,8 % del PIB, uno de los más bajos de Latinoamérica.
Mientras hasta el FMI dice que quienes tienen más paguen más, acá será al contrario para mantener los privilegios de la minoría. Leía a la cabeza de Cambio Radical, Germán Vargas, lanzar un grito porque podrían gravar patrimonios de 5000 millones. ¡Qué pesar!
Mejor entonces gravar a quienes reciben un salario de 2,3 millones, cobrar IVA al internet domiciliario de estrato 3 y del 19 % a los servicios públicos del 4 a 6, y a los servicios funerarios.
Ahora que Covid-19 enrostró la poca conectividad y estudiantes sin computadores, proponen ayudarles... encareciéndolos. Y se hace un quite a la comunidad internacional gravando autos eléctricos y paneles solares para ahuyentar energías limpias.
Se acuerda uno cómo en las últimas tributarias se concedieron exenciones por 56 billones a los bancos y a grandes empresas. (IVA al agua, no a bebidas azucaradas).
Se vuelve a crucificar a quienes menos tienen y ninguna medida para controlar la evasión y el contrabando (unos $40 billones salen por ahí).
Qué pecado gravar a los que más tienen. Vuelve el gravamen a los dividendos, pero se dobla el monto a partir del cual se cobra. Como dijo otro analista, no hay nada o poco sobre rentas no laborales, ganancia ocasional, venta de acciones, rentas de capital, etc. Ni para las sucesiones.
Se necesitan recursos pero no puede ser a costa de los que siempre han soportado la carga: según Minhacienda entre agosto y diciembre pasados el ingreso monetario de un hogar promedio se redujo 12,9 % (en los dos deciles más pobres cayó más del doble comparado con el promedio de los hogares en el agregado nacional (-56,8 % para el decil 1 y -32,3 % para el 2). Así piensan recaudar más: golpeando a los que menos tienen (dejarles poco para luego devolverles algo).
El mensaje es claro. El ministro Carrasquilla dijo que había que ponerse la mano en el corazón y decidir cuán solidario sería cada quien. Y dio ejemplo porque él, señalado de mover recursos en paraísos fiscales, evitó tocarlos.
Puro corazón.
Maullido: se justifica protestar contra esta reforma de hambre