Por Jesús Eduardo Vélez Mejía
Hay lugares que por circunstancias de la vida uno siempre pasa pero no va. Eso le ocurre al municipio de Bello para algunos, ya que los que no vivimos allá siempre nos toca pasar por ese municipio del norte del Valle de Aburrá .
De niño recuerdo a Bello cuando “Paito” uno de nuestros vecinos en Laureles nos llevaba en diciembre a ver los alumbrados de Fabricato; luego aprendimos que era la cuna del ilustre presidente Marco Fidel Suárez. Recuerdo a Bello con sus problemas de transporte, los incendios en el Cerro Quitasol y de las inundaciones de las quebradas La Avelina, La Loca y La Ortega. Empezamos a saber de extorsiones y vacunas a los comerciantes, de bandas y grupos armados al margen de la ley y de escándalos de corrupción de la clase política del municipio.
Hoy Bello sufre un desgobierno y un colectivo temor ciudadano que no es justo con los casi 600 mil habitantes que lo conforman. Bello somos todos y reclamamos atención, solidaridad y respeto para que más que abandonarlos los respaldemos, ayudemos y acompañemos en estos momentos difíciles.