En esta hora de incertidumbres tenebrosas y crisis valorativa, ha sido muy oportuno el homenaje al expresidente Belisario Betancur por el Metro de Medellín. Muy a propósito, quiero recordar algunos fragmentos de la exposición que hice en el aula magna de la Bolivariana sobre el Betancur humanista universitario: El líder y estadista y el personaje lúcido, afable y dueño de bonhomía superlativa.
Cuando Belisario Betancur concluyó que el homo sapiens se extravió en América Latina dejó clara constancia de su vocación de resistencia como intelectual a las desviaciones de la política. El humanista formado en las disciplinas del espíritu y criado por las circunstancias adversas en la vida sencilla y austera, no podía congeniar, a pesar de la tentación del poder, con el cortoplacismo transaccional ni con las veleidades de la clase de los políticos.
Continúo con mi exposición del 4 de febrero, así algún crítico me acuse de autoplagio: Betancur personificó al escritor y al lector de todas las horas, al apasionado de las bellas artes, al propagador del pensamiento mediante los libros en ejercicio magistral de su condición de editor. Sus afinidades con el poder las aceptó con la condición ineludible de equipararlo al servicio de la transformación de la sociedad y convertirlo en instrumento de pedagogía para la convivencia ciudadana, la controversia civilizada y la construcción de la paz.
Para él carecía de sentido la política despojada de contenido ético y de actitud autocrítica severa. Su devoción por el humanismo en las facetas más diversas la practicó, al infundírsela a su carácter de estadista, en una tensión continua, en una suerte de agonía unamuniana. Presentía, y se cumplió su intuición, que el arte de gobernar al final resultaría incompatible con el de predicar, enseñar y actuar en el día a día desde el universo de las ideas, las letras y las artes. Desde su universo de pensador, escritor y amigo de los cultores de las dedicaciones artísticas.
Las preguntas continuarán en órbita interminable: ¿En definitiva no son compatibles el humanista y el político, la teoría y la práctica, el deber ser y la realidad en la política? Lo dijo el mismo expresidente y abogado bolivariano en frases que justifican su conclusión de que el homo sapiens se extravió en América Latina: “El dogmatismo ideológico, de izquierda o de derecha, repitió los errores del pasado, a pesar de que el inolvidable líder laborista Harold Laski advirtió con décadas de anticipación que en los dominios de la política no hay fe posible sin un alto margen de duda”. ¡En los dominios de la política no hay fe posible sin un alto margen de duda! Esa fe no se extingue mientras sigan avivándola el humanismo y los portadores del pensamiento universitario.