Por NÉSTOR RAÚL CORREA HENAO
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Una es la lectura del orden público y otra la de la economía del país.
En materia de seguridad el país regresa al pasado. La sensación de inseguridad afecta la inversión, el crecimiento, el empleo y la tributación. Con el Acuerdo de Paz celebrado con las Farc, se estima que más de 3.000 excombatientes han vuelto a la guerra. El ELN ya cuenta con más de 3.000 guerrilleros. El EPL suma cerca de 300 combatientes. Total, hoy hay alrededor de 7.000 subversivos. También ha aumentado el narcotráfico y el número de hectáreas con cultivos ilícitos subió este año a 212.000. Asimismo se mantiene el asesinato de líderes sociales, el hurto, el secuestro y la impunidad.
Para algunos en Colombia hubo un conflicto armado y para otros no. Yo creo que aquí la guerrilla pudo haber tenido un proyecto político hasta la caída del Muro de Berlín, pero de allá para acá se fue deslizando hasta ser un grupo narcotraficante.
Ese deterioro del orden público lleva a que los enemigos del régimen se froten las manos. Es como si disfrutaran con el mal ajeno, una especie de goce perverso.
Pero en materia económica el país continúa avanzando hacia el futuro. Veamos las cifras: en los 50 años que transcurrieron de 1960 a 2010, en los cuales la población pasó de 16 a 45 millones de habitantes, el país no cesó de progresar: el analfabetismo bajó del 30 % al 6 %, la esperanza de vida aumentó de 55 a 69 años, la mortalidad infantil descendió de 59.000 a 12.000 niños por año, la desnutrición bajó del 32 % al 9 %, el agua y la energía llegaron del 39 % al 96 % de los hogares, el alcantarillado pasó del 30 % al 90 %, la pobreza se redujo del 50 % al 12 % y el PIB per cápita subió de USD 245 a USD 6.250 dólares. En suma, pocos países han progresado tanto como Colombia, gracias a la gestión de los gobiernos.
Hoy aún quedan tres millones de pobres pero de seguir así en pocos años la pobreza habrá desaparecido. Y todavía queda una asignatura pendiente en materia de desigualdad del ingreso y concentración de la tierra.
El país está polarizado y hay una narrativa de derecha y una de izquierda para explicar cualquier cosa. No se trata de dos posiciones académicas sino de dos odios. ¿A qué horas caímos tan bajo?.