Dice Mario Escobar Velásquez en su libro “Cuando pase el ánima sola” que: “Al que le crece un apodo es porque no le queda bueno el nombre”. Ahora nos impresionan las burlas y apodos con que atormentan a los niños, pero resulta que ese vicio es antiguo, no por ello aceptable. Les presento esta muestra de apodos de la Edad Media.
Felipe IV “El hermoso” fue el segundo hijo de Felipe III “El atrevido”, nieto de Luis VIII “El León”, con su primera esposa Isabel de Aragón, hija de Jaime I “El conquistador”, nieta de Pedro II de Aragón “El católico”, bisnieta de Alfonso II de Aragón “El casto”, que no debió serlo tanto porque entonces cómo le hizo, y tataranieta de Ramón Berenguer IV “El Santo”, que de eso poco, pues le puso los cuernos a su esposa Petronila de Aragón, la hija de Ramiro II de Aragón “El Rey Campana”.
Antes de seguir esta enredadera, más que árbol genealógico de apodos, aclaro que este Felipe “El hermoso” no es Felipe I de Castilla, también “Hermoso”, el casado con Juana I de Castilla “La Loca”, que debió estarlo para casarse con un tipo tan feo, pues el único que lo vio bonito fue Luis XII de Francia, que no sé si miope o de gustos “paralelos”, al verlo exclamó: “He aquí un hermoso príncipe”.
Volviendo a la rama inicial, “El Hermoso” Felipe, tampoco es que fuese una pispura de hombre, según una ilustración del Siglo XV en la que tiene gran parecido a un icónico portero del Atlético Nacional. Pero sigamos. Este “Hermoso” rey, se casó en la catedral de Notre Dame en 1284, cuando el transepto o nave transversal ya había sido construida, con Juana I de Navarra, hija de Enrique I “El Gordo”, el hijo de Teobaldo I “El Trovador”.
De esta unión nacieron 5 hijos. Luis “El obstinado”, que no sabemos si era ranchado desde chiquito, pero su testarudez no fue heredada por su hijo Juan “El Póstumo,” pues solo vivió 5 días. Dos años después nacería Felipe “El Largo”, que no sé si su apodo tiene algo que ver con que haya tenido 7 hijos. Luego nació su única hija, Isabel “La Loba”, que es distinto de “zorra”, de quien dicen que era una monita de ojos azules muy hermosa, “bella entre las bellas” como la describe un cronista de la época, a quien casaron con Eduardo II de Inglaterra, al que no lo descrestó tanta hermosura, pues él estaba más atraído por los atributos de Piers Gaveston, Conde de Cornualles.
Seguiría Carlos “El Hermoso”, otro. Casado 3 veces y sin heredero masculino al que también pudieran decirle “Hermoso”. Eso de la genética es jodido porque a excepción de su hermana Isabel, ninguno de sus hermanos salió bonito. El último hijo fue Roberto, que duró tan poquito, que ni para apodo le alcanzó, aunque tal vez “El breve” le hubiera calzado bien.