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Cacerolazos

$Creditonota

Por David González Escobar

Universidad Eafit
Ing. Matemática - Economía, semestre 6
davidgonzalezescobar@gmail.com

Uno de mis primeros recuerdos es un cacerolazo. En un balcón de Caracas, con escasos 3 o 4 años, dándole a más no poder a una cacerolita con una cuchara de palo. Feliz, totalmente inmerso en aquella sinfonía cacofónica en la que me acompañaban mi familia y demás vecinos, todos haciendo parte del ritual de rechazo a Chávez asomados en sus balcones.

No entendía del todo quién era Chávez, no tenía plena conciencia del contexto de donde vivía, y a mi corta edad era imposible tener claro cuál era el propósito de aquella acción. Sin embargo, había algo de lo que no tenía dudas: gozaba inmensamente golpear esa cacerolita, con ganas, empapado por el sentimiento de indignación de todos a mi alrededor.

Es difícil encontrar un detonante concreto al Paro Nacional y sus subsiguientes marchas. Reclamos contra la desigualdad, el actual sistema de educación y salud, la gestión del exministro de Defensa, la corrupción, el uribismo y el actual gobierno, el asesinato de presuntos líderes sociales, los impuestos, la implementación de los Acuerdos de Paz, el actuar del Esmad y los “fantasmas” de la Ocde y el neoliberalismo (contrapartes del Foro de Sao Paolo y el castrochavismo-gay-ateo (¿?)).

Algunos motivos claros y basados en argumentos concretos, otros más idealistas y difíciles de comprender, y otros impulsados por la desinformación, pero todos con algo en común: un irrefutable sentimiento de indignación e inconformismo con el statu quo.

El gobierno de Duque, impopular y -en sus aspiraciones tecnócratas- muchas veces desconectado y lejano, no transmite tener claro cómo canalizar el estado de ánimo en el que se encuentra el país actualmente.

Existen dos formas de ver esta coyuntura. Está la forma positiva, ver que la mayoría de las demostraciones de inconformismo han sido pacíficas y buscar incorporar propuestas realistas y constructivas a los planes del actual gobierno. Llegar a consensos, ver lo que ambas partes están haciendo bien, y construir a partir de esto.

O se puede seguir golpeando las cacerolas sin un objetivo concreto, con enceguecimiento y emoción por el sentimiento compartido de inconformismo, disfrutando del momento como si se fuera un niño, sin pensar mucho en el porqué ni el para qué.

Una de estas formas le podría convenir al país. La otra, si se perpetúa, todo lo contrario.....

*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.

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