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Diego Aristizábal
Columnista

Diego Aristizábal

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Cambiar con el año

Por Diego Aristizábal

desdeelcuarto@gmail.com

Que termine el año no es gran cosa, pero imaginarse que en segundos empezará uno nuevo no deja de ser un acto bello de borrón y cuenta nueva, como aquellos tiempos de colegio cuando se empezaba con cuadernos de páginas blanquísimas y uniforme impoluto.

Pero no es sino que el reloj marque las 12 de la media noche e inicie ese primero de enero y ya las 12:01, 12:02, 12:03... se van deshilando sin uno acentuar particularmente en nada. Y así llega el 1,2,3 de enero... y uno se siente como si fuera montado en un caballo desbocado del cual toca tenerse de cualquier parte para no caerse mientras se le coge el tiro. Estrenar es bueno, tener la mente en disposición del cambio siempre me conmoverá, porque ¿quién no quiere mejorar en algo? Todos tenemos algún propósito, quien no lo tenga es porque dejó morir sus sueños y le sacó brillo a la soberbia. Un año nuevo trae la idea de que todo será mejor, y para mí eso significa Ser Humano.

Y eso es lo que me gusta de estrenar año. Eso es lo que me gusta de pensar que el año nuevo es una gran oportunidad para todo. Nada cambia como un acto de magia, no es que uno se acueste y ya está, la suma de los días debe justificar nuestra existencia como personas y ciudadanos.

Quiero partir de algo: todos tenemos buenas intenciones, detrás de cada uno de nosotros hay buena voluntad, y luego me quedo pensando, ¿será que esto es así de contundente o tendrá sus variaciones? Porque ¿qué buena intención puede tener un asesino, un corrupto o un violador? Hay cosas que no se pueden justificar bajo ninguna circunstancia, después pienso, seguramente hay una lucha interna, un perpetuo acto de contrición. ¿Será?

Y estas cosas, y la corrupción, y la negligencia son las que me abruman cuando el primer día del año leo las noticias y veo que no basta con que cambie el año. Hay en lo profundo de muchos un egoísmo, una maldad, una necesidad de dañar que no me deja tranquilo.

¿Qué me gustaría que pasara el próximo año? Que al menos nos respeten como ciudadanos, que no tengamos miedo, que veamos en el migrante una posibilidad de conocimiento, de aprendizaje, no un sospechoso, un extraño que no se merece ni siquiera una vacuna. Yo sueño con que el otro año no me sigan decepcionando quienes nos gobiernan, mucho menos que tome fuerza la idea de que alguien nos salvará en 2022. Mientras cambia el año, que Dios me coja confesado leyendo: “Una breve historia de casi todo”, de Bill Bryson, uno de esos regalos bonitos del 2020, un buen augurio

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