De la cascada de mensajes e iniciativas gubernamentales, el ministro de Relaciones Exteriores Álvaro Leyva es quien está enviando de manera constante los mensajes más erráticos y preocupantes. No sabíamos que cuando se hablaba de cambio, este también se refería a la modificación de principios en las ideas democráticas más fundamentales. En menos de dos meses, las decisiones del canciller están deshaciendo la imagen y tradición de nuestro país como un Estado que se ha opuesto a dictaduras y ha defendido con estabilidad los fundamentos democráticos en las organizaciones multilaterales.
El nombramiento de algunos políticos con turbios pasados e investigaciones judiciales vigentes como embajadores es una decisión equivocada que le resta peso a la importancia y responsabilidad de ese cargo. También es un desacierto que, hasta ahora, uno de los pronunciamientos públicos con mayor resonancia del ministro de Relaciones Exteriores haya sido su defensa de un excomandante guerrillero, que incumpliendo lo pactado en el proceso de paz con su organización, reincidió en el narcotráfico y, desde la clandestinidad, amenazó directamente al presidente de la República. ¿Olvida esto el ministro Leyva?
La labor del canciller es la de defender los intereses de Colombia en materia internacional, no la de contribuir a ese malsano afán de querer reescribir la historia de nuestro país, exculpando a ilegales y buscando lavar su imagen para el futuro. También es su labor la de asesorar al presidente en el nombramiento de embajadores y levantar las debidas alertas cuando se propone el nombre de personas inconvenientes para representar al Estado.
Más allá de lo anterior —que es motivo suficiente de control político—, la ausencia de Colombia en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA para evaluar la situación política en Nicaragua demuestra una nueva postura internacional de neutralidad y complacencia con regímenes que hoy están siendo condenados por la mayoría de los países democráticos del hemisferio.
Estamos presenciando un cambio en principios en la política exterior de Colombia y una actitud pasiva con quienes hoy vulneran los derechos humanos y las libertades de sus países, y de activa defensa de personas cuestionadas por la Justicia, como lo es el caso de la expresidenta argentina, Cristina Fernández, a quien Petro respaldó en una carta firmada por otros presidentes la región.
Se hace necesario que las comisiones segundas del Congreso adquieran mayor liderazgo ante esta situación y protejan la tradición colombiana como un país que se ha opuesto a las dictaduras del continente y ha protegido al sistema democrático ante los organismos multilaterales