El cambio es una condición inevitable e inherente en los procesos sociales. En el caso de las ciencias básicas su función a veces apunta a ayudarnos a hacer nuevos descubrimientos, a asombrarnos con lo que ya existe y ni siquiera notábamos. Cada descubrimiento, por no hablar de los inventos, abre una serie enorme de posibilidades que, desde la investigación aplicada, nos ayudan a encontrarle una utilidad para la sociedad. Es allí donde las empresas empiezan a intervenir para delinear ese nuevo conocimiento en un producto o servicio que tal vez generará bienestar para los seres humanos.
Sin lugar a dudas, la Ciencia, la Tecnología y la Innovación generan cambios permanentes en la forma como actuamos, nos vemos, nos comunicamos, y entendemos el mundo. Nos ayudan a cambiar y a flexibilizar paradigmas, a habitar el asombro y encontrarle usos y destinos. Claramente la velocidad de cambio tecnológico hace que los puentes generacionales que nos ayudan a hacer las transiciones sociales y culturales sean cada vez más traumáticos. Esto teniendo en cuenta, que hace décadas los cambios se daban con cierta lentitud, lo que permitía una mejor asimilación logrando una transición que en cierta medida aseguraba un mejor entendimiento y limitando controversias o divisiones insalvables y de largo aliento.
Lo otro, es que la tecnología es, sin lugar a dudas, un elemento que democratiza el conocimiento, lo hace más accesible, genera bienestar hasta cierto punto, al tiempo que divide. No es extraño el sentimiento de muchos de incertidumbre, desentendimiento, situaciones que definitivamente se han exacerbado por las plataformas digitales, y que hoy, a pesar de tener más acceso a información, nos hacen sentir, valga la paradoja, desinformados. Las nuevas generaciones y, nosotros montados en el barco que estas jalonan, claman por líderes que orienten mejor la sociedad. Tarea difícil cuando ellas mismas se ven lideradas por lo que se ha dado en llamar influencers, que en muchos casos opinan sin mayores fundamentos, movidos por intereses que nunca terminan por ser muy claros. En la sociedad del vértigo y del espectáculo, como la llamó Vargas Llosa, cada vez cuenta menos la profundidad de los análisis o lo atinado de los argumentos.
Deberíamos entender que el mundo cambió, pero más allá de cualquier cosa, es que no podemos excluirnos de actores y gestores de ese cambio. Pero también es cierto que la velocidad y la premura no pueden hacernos soltar el timón ni mucho menos perder el rumbo. Hacia dónde queremos ir debería ser la primera pregunta. Después sería importante definir con qué herramientas poder alcanzar esa meta. En cualquier escenario la Ciencia, la Tecnología y la Innovación serán vitales para alcanzar nuestros objetivos.
Qué tal si pensamos en más tecnología que nos una y a la que demos mejor uso. Si nuestros líderes digitales son más conscientes de sus formas y leguaje al opinar, quizás para así construir sobre la diferencia, dos acciones sencillas, fáciles y que tal vez puedan ayudar a que como sociedad nos podamos encontrar, inclusive desde diferentes orillas.