Una vez superado el tema de las elecciones del Congreso y las consultas presidenciales de las tres coaliciones, con toda la controversia que generó el funcionamiento de la Registraduría, parece que ahora sí va a iniciar en serio la campaña presidencial —aunque algunos dirán que Gustavo Petro lleva cuatro años en campaña, lo cual es cierto, pero igual lo podían haber hecho sus contendores— y podemos hacer algunos comentarios al respecto.
Uno: La campaña de Gustavo Petro y, en cierta medida, la de Fico Gutiérrez parecieran estar haciendo todos los esfuerzos para intentar ganar en primera vuelta —buscar acuerdos y adhesiones con grandes electores—; aunque en el fondo saben que es poco probable que alguno gane en primera vuelta, ambos temen una segunda vuelta y el manejo que se puede hacer de la opinión a favor y en contra de alguno de los candidatos. Por el contrario, pareciera que tanto Sergio Fajardo como Rodolfo Hernández le apuntan a la posibilidad de pasar a segunda vuelta y, eventualmente, ganar en una remontada final.
Dos: Las fórmulas vicepresidenciales, en general, responden a dos lógicas. La primera, cohesionar el partido político o el movimiento propio; la segunda, ampliar el número de fuerzas y votantes que apoyen la candidatura. En el caso de Petro, pareciera que el candidato buscaba imponer la segunda lógica, pero todo indica que terminó imponiéndose la primera, por el buen resultado en la consulta de Francia Márquez y la presión interna que, al parecer, hizo el Polo Democrático Alternativo —algunas versiones dicen que, finalmente, fue la presión del Polo la que definió esta puja interna—; en el caso de Fajardo, se hizo con la segunda lógica, buscando un candidato con ascendiente en el sector afrocolombiano y con experiencia en los temas ambientales. Similar situación parece haberse dado en la candidatura de Hernández y la selección de una candidata con experiencia y conocimiento en el campo de la educación. Todo indica que esta esa será, igualmente, la lógica del candidato Gutiérrez, de seguro con una candidata mujer de la región de la costa y con experiencia de gestión.
Tres: Hay siempre una controversia acerca de qué tanto influyen los debates entre los candidatos presidenciales —o vicepresidenciales— en el cambio de opinión de los votantes. Es poco probable que aquellos seguidores con afinidades político-ideológicas —miembros activos de un partido político o de movimientos políticos con posiciones altamente ideologizadas— vayan a modificar sus posiciones. Sin embargo, se considera que sí hay mayores probabilidades de influir en aquellos votantes que no tengan candidato definido o que, incluso, no hayan decidido si van a participar en las elecciones o no. Pero, más allá de esta discusión, no hay duda de que es muy necesario que todos los candidatos no solo tengan que presentar y defender sus propuestas de gobierno más relevantes y, en general, su programa de gobierno, porque la forma como lo hagan y la convicción en relación con las propuestas pueden influir en las audiencias que los escuchen —especialmente aquellas que intentan escoger con argumentos de mayor racionalidad—, aunque también los que apelan a la emotividad de los potenciales votantes tienen allí una oportunidad de intentarlo.
Cuatro: Si bien hay un tema que aparece como el taquillero, que es el combate contra la corrupción, es importante conocer las propuestas de los candidatos acerca de otros temas que son plenamente relevantes, como lo son el estímulo y reactivación de la economía, las relaciones internacionales, la seguridad ciudadana y pública, las políticas sociales enfocadas en los sectores más pobres o deprimidos, las políticas de integración de los jóvenes, entre otras.