Quién vivió, quién vivió / en esas casas de ayer / Casas viejas que el tiempo bronceó / patios viejos olor de humedad...
¿A quién no se le ha puesto la piel arrozuda oyendo esta canción en una serenata o en un café de la plaza del pueblo? Creo que los que tenemos infinidad de recuerdos ligados a viejas casonas con patio central, corredores largos y un solar al fondo, sentimos que algo muy adentro se nos muere cada vez que alguna de ellas es derribada “para dar paso al progreso”. Y en nombre de ese progreso, al que a veces también apellidan “desarrollo”, muchos de nuestros municipios han ido perdiendo su identidad mientras se llenan de edificios que riñen con su paisaje, con su idiosincrasia y con sus tradiciones.
No tengo acciones en el museo Casa Enso, en El Retiro. Ni siquiera conozco a sus dueños, ni al dueño de la propiedad, pero me parte el alma, como a casi toda esa población, que la casa donde funciona, de doscientos años de antigüedad, vaya a ser demolida para construir un parqueadero. ¡Háganme el bendito favor!
Llegó el motor y en su roncar / ordena y hay que salir / El tiempo cruel, con su buril / carcome y hay que partir...
Hasta el momento no ha habido poder humano que reverse esa decisión, pues la licencia de construcción fue otorgada cuatro días antes de terminar la pasada administración. Ahora lo que hay es un alcalde maniatado que no puede hacer nada frente a este esperpento, una casa vieja que no está protegida como bien de interés cultural (BIC) y unos dueños que tienen el clink clink de la caja registradora entre ceja y ceja.
Según la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, “en caso de que no cuente aún con la condición de BIC, se considera importante adelantar lo antes posible la articulación del municipio con la Gobernación de Antioquia, en especial con la Secretaría de Cultura y con el Consejo Departamental de Patrimonio Cultural con el fin de solicitar su apoyo y concurso para efectos de promover la declaratoria como bien de interés cultural del ámbito municipal atendiendo el procedimiento dispuesto en el marco legal vigente en materia cultural para este efecto”.
Tal vez ya no haya tiempo de salvar la vieja casona, pero suscribo apartes de una declaración de la Academia Antioqueña de Historia sobre este caso en particular: “Las huellas de la historia son sagradas y merecen respeto, porque sirven de reflexión sobre el pasado, que es parte esencial en la configuración de la identidad nacional. Nuestra arquitectura, y sobre todo aquellas edificaciones singulares, deben mantenerse, protegerse y disfrutarse”.
Se vandalizan monumentos y se derriban estatuas, como una extraña y atemporal forma de reivindicación de los derechos. Igualmente se destruyen reliquias arquitectónicas, menospreciando su valor. Y se pierden, de paso, nuestros referentes históricos. A nosotros la historia nos vale huevo, seamos sinceros, pero no debería ser así.
Se van, se van / llevando a cuestas su cruz / como las sombras / se alejan y esfuman, ante la luz