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Cristina de Toro
Columnista

Cristina de Toro

Publicado

¡Charlatán!

Por Cristina De Toro R.

cdetoro@hotmail.com

Luego de que el Consejo de Estado finalmente decidiera declarar nula la elección de Antanas Mockus como senador de la República por el partido Alianza Verde, se esperaría que la demanda de pérdida de investidura también prosperara, para que no solamente esté fuera del Congreso, sino para que tanto él como su partido, asuman las consecuencias que legalmente acarrea su indebido proceder.

Si Antanas Mockus fuera ese “faro moral” como lo califican algunos, si fuera ese paradigma de la ética política, no hubiera defraudado a sus seguidores tantas veces como lo ha hecho, como por ejemplo, cuando les dejó tirada la alcaldía de Bogotá (1997) por perseguir su sueño de ser presidente, o bien, ocultado por tantísimos años sus simpatías y sus dolosas colaboraciones a los narcoterroristas de las Farc.

Si ese politiquero que a punta de monerías, disfraces y palabrería extravagante y por ratos ininteligible, que se autoproclamó portaestandarte de la anticorrupción, fuera de verdad un hombre digno, honrado, no se hubiera postulado como candidato al Congreso, no solamente por su condición de salud que a simple vista es obstáculo para un buen desempeño laboral, sino también, porque él, mejor que nadie, era conocedor de su impedimento legal. Impedimento que, además, casi todos conocimos desde el momento mismo de su postulación, porque su caso fue públicamente advertido y discutido por eminentes abogados conocedores de la norma y de los documentos que reposaban en la Cámara de Comercio, donde quedaba constancia de su inhabilidad por ser el representante legal de su fundación Corpovisionarios, que celebró contratos con entes gubernamentales en tiempos en los que la ley no lo permite, cuando se quiere optar por un cargo de esa naturaleza.

Sin embargo, la ambición de Mockus por seguir figurando en política y la urgencia del Partido Verde de servirse de él para poder hacerse a un buen número de curules, pensando en que seguramente por ser él el máximo “referente de honestidad y trasparencia” nacional, se podía pasar la ley por la faja, con argumentos tan tontos como haber delegado en cabeza de otro la firma de los lucrativos contratos de su empresa, hoy los tiene en serios apuros.

Contratos que, dicho sea de paso, dan para escribir todo un tratado de cómo hacerse millonario, realizando actividades tan insulsas, como por ejemplo: guerras de almohadas en pro de la paz. Porque hay que dejar claro que otro de los grandes favorecidos por el lucrativo negocio de la paz, fue el señor Mockus con su fundación Corpovisionarios que facturó alrededor de seis mil millones de pesos.

Como dije en otra ocasión, solo el desbarajuste en el que se encuentran nuestros valores, permitió que este personaje con su parloteo de moralidad y pulcritud, y con su tal “pedagogía irreverente” que insisto, es todo un tratado de chabacanería y falta de respeto, se erigiera “faro moral” de nuestro país. ¿Mockus faro? No: ¡Charlatán!.

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