Abrió el baúl de los recuerdos Jorge I. González, “el sabio”, en su escrito de presentación como miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, el cual se refiere a la obra de Jesús Antonio Bejarano, a quien todos conocimos como Chucho. Fue inevitable recordar, a medida que “el sabio” leía su texto (“El intuicionismo analítico de Bejarano”), que el próximo 11 de septiembre se cumplen 20 años del asesinato, aún impune, de Chucho en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional cuando se dirigía a dar su cátedra.
Chucho había vuelto a la academia después de un periplo en el que fue asesor y después consejero de Paz, negociador en Caracas y Tlaxcala, y presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC). Por su experiencia y labor como investigador conocía como nadie el país. Todo el gremio de los economistas reconocía el valor de sus trabajos, que cuando se recopilaron por su alma mater y la universidad Externado llegaron a alcanzar siete tomos.
No es fácil leer a Chucho. Realmente se ocupó de muchas áreas con su voraz apetito por el conocimiento. En su producción hay trabajos sobre microeconomía, análisis económico del derecho, economía agropecuaria, historia económica, epistemología, violencia y resolución de conflictos. Su aproximación a los temas era la de un corredor de corta distancia que devoraba la bibliografía y la asimilaba rápidamente para después producir un texto luminoso.
Por esas características de la obra de Bejarano, “el sabio” se inventa el concepto de intuicionismo que quiere retratar a un economista que se resistió a ser clasificado en alguna escuela económica, pero construyó textos coherentes y muy bien conectados, eso sí armados con tijera y pegante, a la antigua, y a partir de grabaciones que transcribían sus colaboradores. No era keynesiano, ni marxista, ni estructuralista, aunque tampoco se resistía y usaba esas ideas cuando las necesitaba. No era definitivamente un economista neoclásico y al final de su vida abrazó con entusiasmo moderado el institucionalismo que se ajustaba bien a su inclinación de historiador.
A los economistas colombianos modernos, muy bien formados y especializados, les sorprende encontrar un autor como Chucho tan productivo e inquieto intelectualmente, que incursionó en tantos temas diversos. En su defensa hay que decir que eran otros los tiempos y las costumbres. Era la academia de hace más de 30 años cuando Chucho estaba en plena producción. No existían las redes nacionales e internacionales que hoy tienen los economistas y el conocimiento sobre la economía colombiana y su historia era todavía muy limitado.
Chucho, con su inteligencia y capacidad de trabajo se dedicó a explorar ese amplio espacio que tenía enfrente. Dejó investigaciones muy valiosas, por ejemplo, sobre la historia de la SAC, la violencia o la estructura agraria. Textos pioneros en su campo que abrieron el camino para muchos que quisieron seguir esas pistas, trabajos que generaron debate y confrontación intelectual, a veces apasionada, pero siempre estimulante. Lecturas muy recomendadas para los jóvenes.