“No negociar principios por hambre o ambición”, escribió un amigo frustrado en Twitter. El comentario se refiere a la intervención artística del puente Gilberto Echeverry Mejía, el cual fue hecho por un reconocido grupo artístico de Medellín en alianza con la Alcaldía. Mi amigo quedó decepcionado porque este grupo artístico de la ciudad, que en la última década se ha posicionado hasta internacionalmente como promotor de menajes de inclusión, participación y cambio, y que ha contado con el apoyo de artistas importantes, se dejó manipular por la Alcaldía, permitiendo que, a cambio de unos pesos, su marca y su historia fuera utilizada para limpiar la cara impresentable de la alcaldía de Medellín. Finalmente, con su talento colaboraron para perpetuar la mentira de que Quintero es el alcalde independiente de la gente. Además, este grupo sabe que esta administración ha demostrado de manera sistemática lo poco que valora los procesos culturales y artísticos que tanto han aportado a esta ciudad, y que han sido un ejemplo extraordinario de resistencia y resiliencia en medio de la violencia. Lo demuestran los hechos... Este grupo sabe que muchos de sus colegas históricos han sido humillados por este alcalde en un periodo difícil como lo es la pandemia. ¿Cuáles son entonces los valores y los criterios reales de este grupo?, ¿Todo se vale?
La pregunta sobre valores y criterios que orientan a las decisiones se la tienen que hacer también los accionistas de empresas históricas de Antioquia frente a la oferta Opa, la cual hace pensar en una estrategia para una toma hostil por parte de un importante grupo económico. “Es una señal de confianza y que bueno que la plata se mueva”, me dijo en estos días un amigo empresario. El tema es que no toda la plata es igual y las intenciones detrás de las dinámicas del dinero revelan el propósito, la ética y los valores de una inversión. “Llega Gilinski con costales de plata a comprar Nutresa y ahora Sura. Y entonces pone en la mesa un debate ¿Son todos los empresarios iguales? ¿Cuál es la idea de valor?”, escribió en estos días María Isabel Abad, escritora y directora de Piñón de Oreja.
Los principios y los valores no son declaraciones retóricas, palabras que quedan escritas en un documento de una organización o en la letra de una canción. Son criterios que orientan nuestras decisiones y nuestros actos, sobre todo en los momentos más delicados de nuestra vida personal o profesional. Finalmente, nuestras decisiones y comportamientos reflejan cuáles son verdaderamente la calidad de nuestros valores. Es decir, si declaro ser un político que valora la independencia, pero después les hago los mandados a mis jefes de Bogotá, obviamente mi valor en realidad es otro.
Por ende, la facilidad ética que algunos muestran cuando se pone mucho dinero sobre la mesa, y el poder que este tiene para cambiar o hasta revertir el orden de nuestros valores debería hacernos reflexionar. Deberíamos meditar sobre nuestra integridad entre los valores declarados y nuestros comportamientos. La semana pasada en mi columna pregunté: Medellín, ¿cuál es tu pasión? Esta semana pregunto: Medellín, ¿cuáles son tus valores?