Por Carlos Alberto Giraldo M.
Resultaron poco convincentes, por aparatosas y diluidas, las explicaciones que le dieron el presidente de la República, Iván Duque, y el comandante de las Fuerzas Militares, Luis Fernando Navarro, al uso de una foto tomada en Cauca, Colombia, y empleada para ilustrar acciones del Eln en centros escolares de Venezuela.
Hay preguntas, varias: ¿si esa foto la poseía y distribuía Inteligencia Militar, desde 2015, para constatar juegos infantiles con guerrilleros que buscaban adoctrinar menores en el Cauca (o Nariño), qué hacía en el dossier presidencial para documentar la presencia reciente del Eln en suelo vecino?
¿Dónde está la cadena de mando y de verificación, de los asesores militares y civiles, de los datos y documentos que pasarían a manos de un auditorio del nivel de la Asamblea de Naciones Unidas?
La inteligencia militar colombiana, capaz de golpes como la Operación Jaque y de la cacería de escurridizos jefes criminales, se permite pifias de esta categoría. Por eso se puede abrir otro interrogante: ¿se trató en realidad solo del ánimo de “dar referencia” con la foto o hubo mala fe al querer “dramatizar” más la presencia del Eln en Venezuela, con la foto de una ronda infantil en un potrero colombiano?
Por eso el alto gobierno y los mandos militares no pueden ni molestarse con la prensa por señalar el yerro ni salir a dar explicaciones desteñidas sobre una imprecisión evidente. Citar a una ONG venezolana, sus informes y boletines de prensa, para sustentar la presencia de imágenes engañosas en un dossier presidencial, en un momento histórico de la crisis venezolana y sus amenazas para Colombia, es inaudito y vergonzoso.
Hay testimonios y documentos escritos y gráficos abundantes para certificar la presencia del Eln y de las Farc otrora, y hoy de sus disidencias, en el lado venezolano de la frontera. Allí se escudan, allí descansan, allí planean su repertorio delincuencial, allí reciben apoyo logístico, allí redefinen planes estratégicos de largo plazo. ¿Para qué entonces Colombia empantana torpemente los argumentos ciertos de su preocupación ante la actitud doble de Nicolás Maduro?
Servirle en bandeja disculpas a la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, para que llame al presidente de Colombia “pésimo mentiroso”, cuando la sustancia de las mentiras brota en la manigua de Apure, Táchira y Amazonas, atestada de guerrilleros colombianos, es decepcionante.
Iván Duque aprende de este episodio que si va a jugar en las grandes ligas de la diplomacia y del debate de los problemas continentales, incluso planetarios, no puede salir con verdades a medias ni expedientes en los que sus “pruebas” y argumentos están rodeados de fronteras grises.