Por María Bibiana Botero C.* - www.proantioquia.org.co
Escoger quién come y quién no en la familia es una realidad sin matices. Es dura y mucho, sin puntos medios. Lo hemos dicho: hay hambre en Antioquia. Cerca de 2,3 millones de habitantes están en situación de pobreza, mientras 708 mil en pobreza extrema. Eso significa que sobreviven o tienen ingresos diarios de cinco mil pesos o, en el “mejor “de los casos, de once mil pesos. Eso no alcanza para nada. ¿Qué vida digna es esa?
Y si, además, sumamos una inflación disparada que, en cifras del Dane, alcanzó en julio niveles máximos de 10,21 %, el panorama se pone más complejo, porque cuando el precio de los alimentos está por las nubes, el impacto mayor lo sufren las familias de menores ingresos.
Una mirada necesaria para dar contexto: en el último año el pollo subió 16 %; la carne de res, 27 %; legumbres y hortalizas frescas, 24 %; azúcar, 25 %; el pan viene en incremento mes tras mes y alcanza 27 %; las legumbres secas —frijol, garbanzo y lentejas—, 41 %; las papas, 110 %. Números que se traducen en familias, en niños con menos energía y menos condiciones para jugar y aprender. ¡Para vivir!
Comfama lo dice con gran acierto: “la alimentación, por obvio que suene, es el pilar, la base, el punto de partida para existir, sentir y crear en el mundo”.
Comer es primero, así de claro, es la agenda social que debe ocuparnos y preocuparnos, la prioritaria, la que no da espera y en la que todos podemos y tenemos la obligación de participar.
Las empresas antioqueñas y Comfama, en alianza con Proantioquia, lanzamos en días recientes un programa y subsidio de alimentos para Medellín y el área metropolitana. Una apuesta de choque ante una inflación que no da tregua. Lo denominamos #ComerEsPrimero. En una etapa inicial buscamos beneficiar a 8.300 familias afiliadas a la caja de compensación. En menos de 24 horas recibimos 80 mil postulaciones. Un indicador potente para una iniciativa nueva y que, al mismo tiempo, refleja una realidad muy dolorosa.
Ante el éxito de la convocatoria es necesario que más empresas antioqueñas se sigan sumando. Conociendo el talante del tejido empresarial de esta región, eso será un hecho. Son apasionados y comprometidos con las causas y necesidades de los ciudadanos. Así lo demostraron durante la pandemia, cuando crearon doce mil empleos de choque, dotaron unidades de cuidados intensivos y pusieron importantes recursos para la compra de ventiladores.
Solidaridad y hermandad son de esos valores antioqueños que brillan en los momentos más complejos. Por eso es grato reconocer también que, una vez se conoció el subsidió, cerca de 700 personas entre naturales y jurídicas alzaron la mano y dijeron: yo me sumo. Las primeras podrán unirse y donar a través de Antioquia Presente.
El hambre no da espera. En Medellín, algo que parece impensable en una ciudad como la nuestra, tenemos los niveles más altos de desnutrición crónica infantil en los últimos ocho años.
Si esto no nos conmueve, ¿qué lo hará? A sumar #ComerEsPrimero.
* Presidente ejecutiva de Proantioquia.