Desde su elección, Jair Bolsonaro ha cumplido sus promesas de abrir al desarrollo áreas antes protegidas en la Amazonia brasileña. El reciente aumento de la deforestación y los incendios es un resultado directo de este cambio de política. A menos que la comunidad internacional tome medidas, la presidencia de Bolsonaro representa una amenaza real para el bosque tropical más grande del mundo.
A pesar de las protestas mundiales, China ha permanecido en silencio sobre los incendios del Amazonas. La próxima semana, Bolsonaro se reunirá con el presidente chino, Xi Jinping, en un esfuerzo por promover las relaciones con China. Xi también visitará Brasil en noviembre en la cumbre BRICS en Brasilia. China, líder en la lucha contra el calentamiento global, debería usar su influencia para detener esta tragedia ecológica.
Impulsadas por una creciente demanda de productos básicos, se estima que las empresas chinas invirtieron US$58 mil millones en Brasil de 2007 a 2018 en áreas como petróleo, minerales, soja, electricidad, infraestructura y tecnología. El año pasado, el 40 % de las inversiones de China en Brasil provino de empresas estatales, lo que significa que su toma de decisiones puede influir en los elementos políticos. Es hora de que China también asuma la responsabilidad de su papel en la destrucción de este ecosistema único.
China, que representa el 20 % de la población mundial pero controla menos del 9 % de sus tierras cultivables, agrega millones de ciudadanos a su clase media cada año. El consumo de carne alguna vez se consideró un lujo escaso para los ciudadanos chinos. Pero con mayores ingresos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico informa que China ahora consume más de una cuarta parte de la carne del mundo, y que esa cifra aumentará.
En 2018, Brasil vendió a China el 70 % de sus exportaciones de soja, o más de US$27 mil millones en 2018, un aumento de valor del 90 % en comparación con 2016. China también es el mayor comprador de carne de res brasileña, impulsando la transformación de Brasil en un coloso de agronegocios que controla un asombroso 6 % del comercio mundial de alimentos.
Las empresas internacionales de agronegocios que buscan expandir sus exportaciones de alimentos a China han invertido fuerte en algunas regiones brasileñas menos desarrolladas, lo que ha resultado en la transformación de antiguas áreas de la selva en ciudades ricas.
La ganadería en Brasil y el cultivo de soja son los principales impulsores de la deforestación. Según datos preliminares oficiales, la deforestación creció un asombroso 93 % durante los primeros nueve meses de la presidencia de Bolsonaro en comparación con el mismo período de 2018. Solo en septiembre, las tasas de deforestación aumentaron un 96 % en comparación con el mismo mes de 2018.
Presionado por una popularidad que se desvanece y un sector de agronegocios desconcertado que teme represalias comerciales de los países europeos, Bolsonaro desplegó al ejército brasileño al Amazonas para implementar una prohibición de quema de 60 días. Pero como me dijo un exfuncionario del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables: “¿Qué podría hacer todo el ejército brasileño y, eventualmente, sus 300.000 hombres en una región que abarca cinco millones de kilómetros cuadrados? ¿Serían capaces de combatir eficazmente la deforestación? Solo el mercado puede resolver esto”. Para Brasil, el mercado tiene un nombre claro: China.
Expertos han vinculado la demanda china de carne de res y ganado a la deforestación previa en la Amazonia, calificándola como el “factor de China”. La agricultura brasileña no tiene que avanzar más en el bosque para aumentar su producción; mejoras en la productividad, así como la recuperación de millones de acres de tierras degradadas y deforestadas, podrían impulsar un mayor crecimiento de la producción.
Un alto ejecutivo de la compañía de alimentos y agricultura más grande de China, Cofco, dijo a los agronegocios brasileños que se planeaba comprar hasta un 25 % más de soja brasileña en los próximos 5 años, más que esta demanda insaciable no puede socavar la preservación de la Amazonia.
Xi ha enfatizado que China quiere una “coexistencia armoniosa entre la humanidad y la naturaleza”. Usando su influencia con Bolsonaro para preservar una región estratégica para combatir el cambio climático y la pérdida global de biodiversidad, tiene una oportunidad perfecta para mostrarle al mundo que está realmente comprometido con este objetivo.