Un seminarista al que le encantaba fumar, sorprendió a un compañero haciéndolo, aunque estaba prohibido. Acercándose le preguntó: ¿por qué fumas si yo le pregunté al Superior si podía fumar mientras rezaba y él dijo que no? Y el compañero respondió: hiciste mal la pregunta, yo le pregunté si podía rezar mientras fumaba, y así no podía negarse.
Por estos días de incertidumbre, algunos reclaman que la economía no debe sacrificarse por una epidemia que no extinguirá la raza humana, y que el remedio no...