Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a la Cumbre Concordia, un encuentro de líderes y representantes de empresas y gobiernos. Me llamó la atención el diálogo entre el enviado especial para el cambio climático del gobierno norteamericano, John Kerry, la vicepresidente de asuntos ambientales y corporativos de Apple y el CEO de LinkedIn.
En la conversación liderada por Kerry, se presentaron los esfuerzos de estas corporaciones para transitar a una producción sostenible con energías renovables. El enviado especial expuso cómo el gobierno de los Estados Unidos, junto con los seis mayores bancos de este país, están generando una bolsa superior al trillón de dólares para financiar nuevas empresas verdes y ayudar a una transición sostenible de compañías existentes.
Más allá de los indicadores presentados, que fueron impresionantes debido a la magnitud y escala del reto, lo más relevante de esta conversación fue presenciar la articulación entre el sector privado y el público para enfrentar un problema común: la lucha contra el calentamiento global.
Este panel fue un ejemplo de la potencia de las alianzas público-privadas. La dimensión y la complejidad de los retos sociales actuales, como el cambio climático, las migraciones y la pobreza, no pueden ser abordadas exclusivamente por los Estados. La unión de conocimiento y capacidades del sector público con el privado son una necesidad para acelerar el desarrollo de la sociedad con sostenibilidad.
La conversación entre Kerry y los otros directivos me hizo pensar en Medellín y lo que se ha alcanzado como sociedad a través de la unión y el trabajo entre empresarios y líderes públicos. Instituciones como el Metro, Ruta N, Jardín Botánico y Parque Explora, entre otros, son materializaciones del trabajo público-privado que ha marcado el desarrollo de nuestra ciudad y región. Por eso es tan lamentable presenciar el empeño de quienes hoy gobiernan Medellín, no solo en acabar la relación del gobierno local con empresas de la ciudad que han sido determinantes en el progreso local, sino en alimentar esfuerzos para deteriorar la imagen de algunas de estas organizaciones y sus representantes.
La regla dorada de los gobernantes que buscan evadir responsabilidades para hacer frente a los problemas reales y urgentes consiste en crear un enemigo, para distraer. Este método viene siendo empleado en Medellín con fines furtivos.
Mientras quienes hoy gobiernan la ciudad concentran su atención en un ataque sistemático a empresas, y ahora a medios de comunicación, compañías y fundaciones enfocan sus esfuerzos en acelerar la reactivación económica, generar empleos y seguir avanzando en equidad. A pesar de la actitud polémica y pesimista que se fomenta desde la alcaldía, debe mantenerse el enfoque de presentar soluciones a los retos de la ciudad y a las necesidades de las personas, que requieren respuestas y no controversias. No queda más que promover el optimismo, pues quienes han debido hacerlo desde sus cargos públicos se han negado a hacerlo.