A finales de los años ochenta, en un esfuerzo por abordar los problemas y las necesidades de los jóvenes reclutados por pandillas en la ciudad de los Ángeles, el padre Gregory Boyle y sus colaboradores comenzaron a crear oportunidades positivas para estos jóvenes, abrieron una escuela alternativa y un programa de guardería, al mismo tiempo que los ayudaron a buscar un empleo legítimo. A raíz de los disturbios de 1992 en Los Ángeles, lanzaron su primera empresa social, una panadería llamada Homeboy Bakery. Hoy existe una cadena de empresas sociales que se llama Homeboy Industries que son el fruto de un programa de rehabilitación y reintegración para miembros de pandillas. Es uno de los programas más grandes y exitosos en el mundo, que involucra a 10 mil jóvenes cada año.
El padre Boyle está convencido de que la verdadera sanación es posible cuando dejamos de percibirnos como seres aislados y separados, y, en cambio, nos sentimos parte de una comunidad. La Madre Teresa de Calcuta consideraba que los males del mundo son producto del hecho de que nos olvidamos que pertenecemos el uno al otro. Por eso, la solución, y hasta la sanación de la humanidad, serán posibles cuando nos reconozcamos como miembros de una comunidad. En otras palabras, se trata de anular la gran distancia moral que separa al “nosotros” del “ellos”. Desde esta perspectiva, entonces, no se trata de servir al otro (aunque sea un buen comienzo) sino de ser uno con el otro. Esta experiencia de pertenencia es la esencia de una comunidad.
Por el contrario, cada vez que juzgamos y condenamos a los demás, no sólo renunciamos a ser comunidad sino que la desaparecemos, quedándonos, así, solos. ¿No es la soledad una de las grandes patologías sociales de nuestras sociedades? Cada juicio causa separación y aislamiento. Dice el padre Boyle, “Parece que, muy posiblemente, la mejor medida de salud en cualquier comunidad podría residir en nuestra capacidad de asombrarnos de lo que la gente tiene que cargar en lugar de juzgar cómo lo llevan”. Por eso, el objetivo de Homeboy Industries no es ayudar a jóvenes desadaptados, sino construir comunidad. y eso sana a todos, no solamente a los jóvenes pandilleros. Cuando hay comunidad, no es necesario promover la justicia, sino que se celebra y se vive.
En estos días escuché al director de Comfama, David Escobar, hablar acerca del cuidarnos como un valor que tiene que sostener nuestro coexistir. Tenemos hoy una oportunidad extraordinaria para despertar este valor del cuidarnos y de construir comunidad. Tenemos la oportunidad de generar círculos de solidaridad que se acerquen a los márgenes para que estos se borren. De esta manera vamos a estar con aquellos cuya dignidad ha sido negada y nos ubicamos con los pobres y los impotentes. Cada uno de nosotros tiene márgenes de su propia existencia a los cuales acercarse para integrarlos.
Construir comunidad es un camino progresivo hacia formas cada vez más altas y comprensivas de conexión. Es el producto de la expansión de nuestra mente, corazón, y voluntad. Sin comunidad, nuestra experiencia no es completa.