Tan fácil como poner palabras convenientes en el listado de valores institucionales, es incumplirlos, cuando las palabras son escogidas solo por la pertinencia del mercadeo y la apariencia. Lo que se está volviendo difícil es ser un cliente de Tigo-Une y aguantarse el humillante trato a sus usuarios.
Soy su cliente hace tiempo, pero como a la gente se le conoce no por el número de años sino en las circunstancias difíciles o cuando necesitas su ayuda, duele saber que tenía una relación vacía con alguien que estaba solo por tu dinero, que no eras su aliado sino un cliente idiota que mientras menos moleste y más lo puedan manosear e incumplirle, mucho mejor.
Como muchos otros, necesité aumentar la velocidad de internet en mi casa. Confiado, llamé a solicitar una mejora en mi servicio y ahí descubrí que, si este país es subdesarrollado, tenemos organizaciones con estándares de actuación del África Subsahariana. Marqué a cuanto teléfono encontré de dicha “empresa”, y si no saben qué es sentirse insignificante e ignorado a niveles surrealistas, aunque te digan infinitamente que tu llamada es muy importante para ellos pero que por favor permanezcas en la línea hasta que a finales de este siglo te cuelguen, haga la prueba. Después de muchos intentos usando “todas” las que ellos llaman “opciones” del menú automático, te van llevando de salto en salto a un punto en que oyes un: “tu, tu, tu, tu”, eres un idiota que creíste que te atenderíamos.
Cansado y con rabia, dejé un email a ver si alguien o algo lo leería, pero pasaron los días y otra vez comprobé quién era el tonto de esta historia. Días después intenté de nuevo y tal vez por error me atendieron, me ofrecieron un nuevo plan y me dijeron que, aunque había mucha demanda y dificultades por la crisis sanitaria, fuera paciente, jejeje, que me llamarían. Días más tarde me anunciaron que el lunes siguiente vendrían en horas de la tarde. Nunca vinieron ni avisaron. Luego dijeron que el miércoles sí vendrían. ¿Adivinen qué pasó? Luego que el viernes era la vencida. Pobrecito yo tan ingenuo. Después de varios días me dicen que el miércoles sí. Pues no. Estoy más confinado por la espera de su visita que por el Covid-19.
Se puede subcontratar tareas con terceros, igual de incapaces, pero no la responsabilidad. Si no pueden, digan. Hasta de pronto uno entiende. Pero no mientan ni se burlen de quien les compra. Si fuese imposible borrar de su comportamiento el heredado y congénito ADN monopólico, borren de sus “valores institucionales” las palabras “confianza” e “integridad”, que desconocen por completo. Y si de verdad les interesan sus usuarios, al menos deberían ahorrarnos la amarga experiencia de comprobar su ineptitud. La gente ya lo sabe. No hay que humillar a los usuarios para que lo averigüen.