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La hombría nos ha menguado al calibre de dos huesos de aceituna por culpa del coronavirus este. Al menos eso se desprende de un reciente estudio de la Universidad de Florencia, según el cual de una muestra de 1.214 parejas heterosexuales consultadas casi el 82 % no tenían la más mínima intención de concebir hijos mientras se mantuviera la crisis epidémica. Además, de los 268 participantes en un estudio previo que planeaban tener un hijo antes del confinamiento, un 37,3 % desechó la idea por las incertidumbres sanitarias y económicas derivadas de la situación. Adiós al ansiado “baby boom” que tanta falta nos hace por estos lares.
Con razón me dirán ustedes que este estudio no implica que el mundo entero se haya convertido en un convento cartujo de un día para otro. De hecho, el consumo de pornografía se ha disparado y el onanismo está en auge después de que Tinder y otras aplicaciones afines hayan tenido que hibernar a consecuencia del confinamiento. En cualquier caso, los datos de la Universidad de Florencia nos muestran una tendencia más bien deprimente.
Para empezar, la promiscuidad en estos meses ha quedado reducida a la mínima expresión. El miedo al contagio, la necesidad de utilizar preservativos y las evidencias de transmisión en determinadas prácticas de sexo oral limitan considerablemente el asunto a las parejas más consolidadas. Sin embargo, la ansiedad, la depresión y el bajonazo mental ante una pandemia no son precisamente gasolina para avivar la mecha en los matrimonios más longevos.
Y es una pena. Porque no hay nada más delicioso en esta vida ni que proporcione más satisfacción y beneficios mentales y físicos que el sexo. Quizá solo un simple beso, la antesala necesaria a la coyunda, con perdón, ofrezca tantos beneficios. Adrenalina, oxitocina, endorfinas, dopamina, noradranalina, catecolamina y feniletilamina. Una descarga química como ninguna droga. Basta el roce apasionado de unos labios para que el cerebro se inunde de un torrente de neurotransmisores asociados al placer. Besar reduce el dolor y el estrés, provoca excitación y bienestar, elimina la tristeza y provoca sensación de euforia, actitud positiva, dispara la concentración, oxigena el cuerpo y nos hace más dinámicos. Un trago de Red Bull y Prozac destilado a 65 grados directo en vena. Al menos 34 músculos faciales intervienen en este proceso tan rico. Esto facilita que el cuerpo queme calorías. Como mínimo 12 por un beso bien plantado, como ya les conté en una ocasión.
Imaginen ahora los beneficios de una buena sesión de sexo. Olviden el satisfyer ese o los estudios que afirman que los calvos corren más riesgos con el covid- que los melenudos. Lo que sí está probado científicamente es que el sistema inmunitario se refuerza con una armadura medieval gracias a la descarga brutal de hormonas de la felicidad “dhea” generada durante el orgasmo. Los músculos de todo el cuerpo se activan, se tensan y se destensan a un ritmo incluso superior a la actividad física habitual. El flujo sanguíneo se dispara y las pulsaciones se aceleran. El corazón y el cerebro se activan, y se queman hasta 100 calorías en 25 minutillos de “sesión”. Y, lo que es más importante, el sexo libera inmunoglobulinas, las trincheras de nuestra línea Maginot ante los ataques de agentes externos.
Comprendo que para muchos sea más sencillo abrir una cerveza que pegarse un maratón sexual, pero según los científicos lo segundo es mucho más saludable y benéfico para combatir el virus este. Así que, con tapabocas o máscara si les va el morbo, y con toda la seguridad de no transmitir el virus, habrá que darle al “Corona Sutra”. Por prescripción médica .
