Nassim Taleb, el ensayista libanes, definió un Cisne Negro como aquel suceso raro que está por fuera de las expectativas normales y que a la vez produce un impacto muy grande. Creo que es la mejor definición para lo que estamos viviendo en la actualidad. El covid-19 ha puesto todo nuestro mundo contra las cuerdas, algo impensado hace un par de meses hoy es una realidad: España, Italia paralizadas, 190 países contagiados con un virus para el que lo único que puede aminorar sus estragos es el aislamiento social.
Las cifras de contagiados alertan, pero la de muertos estremecen, esto lo que ha desnudado es que no tenemos en el mundo sistemas de salud para hacer frente a esta crisis. Y si bien hoy y siempre la salud y las vidas de las personas son la prioridad, también es cierto que surgen otros problemas que requieren atención y que se volverán prioritarios. Las empresas paradas casi en su totalidad, el consumo en niveles históricos mínimos, tienen temblando al mundo, prendiendo las alarmas de hasta cuándo mantener la cuarentena para mitigar el impacto a la economía global y la gente sin ingresos para poder sobrevivir.
Las instituciones multilaterales ya están actuando y países como Estados Unidos le están inyectando ayudas a su población por US$2 billones, Alemania por €$700.000, países con economías fuertes. Pero Colombia con niveles de pobreza mayores, con una informalidad que ronda 48 %, con unos ingresos inciertos con petróleo a US$20 enfrenta un problema de dimensiones mayores, más aún, cuando el déficit fiscal es de 2,7 %. Esta crisis entonces nos obliga a reinventarnos, a ser más creativos en cómo manejar el virus y a la vez disminuir el impacto en la economía y de la gente más pobre. Es probable que el mundo como existía hace un par de meses nunca más vuelva a serlo.
En esa línea, Thomas Friedman, periodista e intelectual norteamericano, plantea la enorme preocupación por los impactos ineludibles que tendrá en el planeta y sus efectos en materia de ingresos en el segmento de los más necesitados. Acoge Friedman, la “interdicción horizontal”, que propone el experto en salud pública, Dr. David Katz, que básicamente busca disminuir el colapso de los hospitales, que la gente más vulnerable se mantenga en cuarentena y la menos vulnerable trabaje con todas las medidas sanitarias y si adquiere los síntomas, entre de inmediato en cuarentena.
Me parece que es un tema que debe analizarse porque ya se escuchan empresas que su facturación es cero pesos y por lo tanto no aguantan más de 15 días pagando salarios, y de otro lado la gente informal en la casa sin tener el sustento del día, un Estado colombiano con un margen estrecho de maniobra para aguantar por lo menos a mediano plazo, y por lo tanto tendrá que acudir a este tipo de medidas.
Es el momento de la solidaridad, de ayudar a nuestro círculo cercano, de compartir lo mucho o poco que tengamos, porque lo que está muy claro es que el impacto económico no será un cisne negro y que la pobreza y desigualdad aumentarán y la situación de la economía tendrá efectos no determinados que hoy no conocemos en su magnitud.