Hace menos de un año la vida como la conocíamos nos cambió, quizá, para siempre. La pandemia que asola a la humanidad cada cien años, tan anunciada por algunos, Bill Gates entre ellos, y despreciada por casi todos, llegó a las puertas de nuestras casas y nos puso a todos en jaque. Claramente, nuestra confianza en un rumbo de la historia casi previsible y siempre en ascenso sufrió un golpe implacable e inesperado. Países cerrados, cuarentenas, uso permanente de tapabocas y lavado de manos recurrente, medidas que se fueron haciendo pan de cada día al tiempo que nos bombardeaban con los datos de contagios y de muertes a nivel global. La pandemia en vivo y en directo, sin tiempos ni filtros para digerir lo que nos estaba pasando. Este ha sido el ritmo caótico y persistente del último año.
Sin embargo, no todas las noticias que deja este año que pasó fueron malas. Entre tanta oscuridad muchas luces han brillado y hemos tenido aprendizajes valiosos. Quisiera creer que luego de esta pandemia demos el verdadero lugar a nuestros seres queridos, que revaluemos el tiempo y nuestras ocupaciones en torno a temas esenciales como la familia, los amigos y los más necesitados. Pero incluso más allá de los aprendizajes intangibles y morales, creo que hay otros que también vale la pena destacar. Hemos desarrollado por primera vez en la historia en menos de un año una vacuna. Este que no parecía ser un reto fácil y por el que pocos apostaban hace un par de meses hoy es una realidad y una esperanza para poner fin a este padecimiento.
Sin lugar a dudas, el desarrollo de las vacunas en tiempo récord y con efectos más que promisorios, más allá de mostrar cuánto hemos avanzado en nuestras capacidades científico-tecnológicas, lo que nos debe demostrar es que cuando toda la humanidad, y las mejores mentes de nuestra sociedad se unen en torno a un objetivo común, no hay propósitos imposibles de realizar. La fuerza de este mal ha sacado todo lo mejor de nosotros y nos ha alineado para inspirar ese objetivo común llamado vacuna. Nadie pesaba que fuera posible, pero, así como los seres humanos hemos sido capaces de las peores guerras, también somos capaces de la bondad y la solidaridad cuando los tiempos y las situaciones así lo exigen.
Estamos cada vez más cerca de iniciar las vacunaciones en nuestro país, buena parte del mundo y de nuestro continente ya avanza en ese sentido. No deja de ser paradójico que a unos pocos días de la vacuna estemos viviendo el peor escenario desde que empezó la pandemia: mayor número de contagios y de ocupación de camas UCI. Falta poco. Todos debemos hacer esfuerzos y cuidarnos en esta etapa que parece el inicio del final. Aún vamos a estar así por lo menos este año. Si todos nos hacemos conscientes y nos hacemos responsables de tres medidas muy sencillas de seguro que todo irá bien: lavarnos las manos, usar tapabocas y mantener distancia social. Parece muy sencillo, pero a veces lo volvemos difícil nosotros mismo. No se trata de insistentemente buscar culpables, claramente estamos aprendiendo, a un muy alto costo sin duda, si embargo esta tragedia no debe inspirar causas políticas