El examen de la coyuntura económica que hacen los analistas privados y públicos responde tradicionalmente al análisis de un grupo de variables, a su modelación y pronóstico. Un buen estudio de coyuntura combina arte y ciencia. Hay mucho de fina intuición basada en la teoría, en la decisión de resaltar algún aspecto de la realidad económica. Algo que, en todo caso, se respalda con un tratamiento adecuado de la información estadística.
Este tipo de enfoque se encuentra en los informes del Banco de la República, Fedesarrollo, Ministerio de Hacienda, Departamento Nacional de Planeación, o en los departamentos de estudios económicos de los bancos y algunas universidades. En Colombia, a diferencia de Francia, por ejemplo, el instituto de estadística colombiano (DANE) que alimenta con su información la labor de los analistas de coyuntura, no hace su propio análisis de esos datos.
La pandemia es una situación totalmente inesperada que no estaba en los planes y pronósticos de nadie. Pero además de eso, la pandemia hizo muy difícil entender la coyuntura económica, desde el momento en que hizo imposible definir alguna tendencia o hacer un pronóstico que sirviera en medio de una crisis inédita.
Por cuenta de las cuarentenas se provocó un choque simultáneo de oferta, demanda e ingresos externos que frenó en seco a la economía. Desde los choques, la economía entró en un estadio totalmente distinto. No fue un tránsito suave a un nuevo estado de cosas; fue un cambio abrupto en el cual se exacerbaron algunas vulnerabilidades que venían de atrás, como la informalidad y baja productividad, y surgieron otros, como el déficit fiscal y la mortalidad empresarial.
Una situación que luce muy frágil y es difícil de interpretar, porque no se sabe exactamente dónde se encuentra la economía en relación con su potencial y la presencia de presiones inflacionarias. En realidad, eso nunca se sabe con certeza porque aún en condiciones normales el potencial es una variable no observada, pero es posible calcularlo con técnicas econométricas. Actualmente, estas últimas no funcionan bien por el quiebre estructural de las series estadísticas. Se piensa que la debilidad de las presiones inflacionarias es una señal de que la economía está lejos de su potencial, trabaja de forma contenida, recuperándose de los daños infligidos por la crisis.
También hay incertidumbre frente a los daños que la pandemia hizo al potencial de la economía. Hay actividades productivas más afectadas que otras, quiebre de empresas de todo tamaño, trabajadores con experiencia que no van a volver al mercado laboral y un impacto en la educación y en la formación de capital humano que todavía no se ha cuantificado.
Otro desafío para el análisis de coyuntura es entender la relación entre los picos del virus y la dinámica de corto plazo de la economía. La recuperación ha sido vacilante por cuenta de las restricciones y cuarentenas que en cada pico afectan a diferentes actividades productivas. Se puede entender también que la recuperación suscita los picos que, a su vez, la afectan a ella. La única forma de romper esa relación es vacunando a la población hasta alcanzar la inmunidad de rebaño. Por ahora, la realidad es que la coyuntura está dominada por el tema de la pandemia y el análisis también lo está, en consecuencia