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Querido Gabriel,
“Nuestra meta”, dijo el joven empresario, “es reducir el tamaño del mercado de muebles en los Estados Unidos en un 30 % al final de la década”. Shawn Nelson es el fundador de Lovesac, una empresa de muebles que busca impedir la llegada de 4 millones de sofás a los rellenos sanitarios de su país mediante la antigua y revolucionaria idea de “diseñar para toda la vida”, en lugar de hacerlo desde la obsolescencia programada. Este idealista, cuya empresa presenta los mayores crecimientos de su sector en los últimos años, quiere hacer negocios mientras cuida el medio ambiente y el bolsillo de sus clientes. ¿Conversamos sobre el crecimiento y le damos una mirada desde la ética? ¿Hablamos del crecimiento empresarial, del bueno, del necesario, versus el peligroso e indeseable?
En las asambleas anuales se usa el término hasta el cansancio, algo que no tiene en sí nada de malo. Sin embargo, ¿será que deberíamos repensar nuestro afán febril por crecer y plantear un marco razonable para el crecimiento? Colombia, por ejemplo, debe proponerse crecer a tasas del orden del 5 % anual, pero ¿lo tiene que hacer imitando a los países desarrollados enfermos de obesidad, destructores de sus selvas, contaminados y contaminantes?
Alejandro dice, con sabiduría, que hasta los tumores crecen. Pensemos, por ejemplo, en nuestra crisis del aire e imaginemos qué podría pasar si nos volvemos una sociedad de ingreso alto, pero no transformamos nuestro modelo de transporte y movilidad. ¿Qué sería de Medellín con un PIB per cápita tres veces mayor y un valle atestado con camiones y otros vehículos, cada vez más grandes, impulsados por viejos motores de combustión interna? ¿Asfixia mortal? ¿Enfermedades? ¿Pérdida del paisaje verde de las montañas? ¿Emigración? Quisiera ver que las ventas de bicis, carros y camiones eléctricos crezcan al 50 o al 100 porciento anual. El florecimiento de una industria que contribuye al medio ambiente y la salud es una victoria colectiva.
¿Deberían las empresas obsesionarse con el crecimiento y evadir la reflexión acerca de sus formas y consecuencias? ¿Qué tal si elevamos el nivel de la discusión y pensamos en cuáles crecimientos son humanamente indeseables, moralmente indebidos o socialmente inconvenientes? Conozco a un chef dueño de restaurantes que decidió frenar su crecimiento porque su calidad de vida y de producto estaban en riesgo. “El arte no debe ser producción en serie ni el artista un industrial”. En una conferencia, una alta directiva de una empresa global de alimentos dijo: “debemos trabajar para que esos productos cuya ingesta excesiva afecta la salud de la gente dejen de ser de consumo diario, cambiar la idea de maximizar sus ventas para volverlos un gusto eventual”. En la era de las ciencias del comportamiento y el mercadeo digital hay que hacer una reflexión ética sobre los negocios porque la libertad individual muchas veces es sustituida por las manipulaciones de la publicidad y de los algoritmos.
Para provocar la tertulia, cito a Jorge Londoño, ex presidente de Bancolombia: “Las organizaciones sociales que hacen bien su tarea tienen una obligación ética de crecer”. ¿No será que toda empresa sostenible, con o sin ánimo de lucro debería ser, ante todo, una organización social, porque su fin último es el bien general? En consecuencia, ¿deberían crecer aquellas que no cuidan el ambiente, las comunidades, la cultura o las personas? ¿O qué les proponemos?.
