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7 y 9
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Cuaresma viene de cuarenta, número que significa plenitud, totalidad, y que tiene en la Biblia una amplia tradición. Y oportunidad es lo que sucede en tiempo apropiado y cuando conviene, gran riqueza de la vida cotidiana.
La cuaresma significa la vida entera, y la tarea del creyente consiste en entrenarse haciendo durante estos cuarenta días lo que realizará toda su vida. Cuaresma y oportunidad van de la mano. Al llamarme a la existencia, mi Creador me ha dado la oportunidad de disponerme para vivir eternamente feliz en su compañía.
Jesús en su evangelio me da la pista para darle sentido a mi vida proponiendo tres acciones: dar limosna, ayunar y orar. Es impresionante la vigencia que estas tres acciones tienen veinte siglos después.
Asombra sobremanera la discreción que Jesús propone sobre la limosna y el ayuno. “Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. En un mundo profundamente desigual, la generosidad exige un cambio radical de comportamiento en bien de los necesitados. Para Joseph E. Stiglitz, “el 1 % más rico tiene tanto patrimonio como todo el resto del mundo junto”.
“Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto por tu Padre [...] que ve en lo secreto, y él te recompensará (Mt 6, 3-4; 17-18). En un mundo en que la obesidad y la comida chatarra se imponen, el ayuno es el secreto de mente sana en cuerpo sano. San Bernardo escribió: “Come de tal manera que siempre quedes con hambre”, sabiendo que el hambre es el mejor de los condimentos.
Orar es la tercera propuesta de Jesús: “Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre [...] y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 6). La invitación por excelencia de Jesús, pues el fundamento del ayuno y la limosna es la oración.
Orar es cultivar la relación de inmediatez de amor con Dios. El orante centra toda la atención en una frase corta que repite en silencio sin cesar. Ejemplo: “Dios en mí y yo en Él”; “Señor mío y Dios mío”; “Ten compasión de mí, Señor, que soy pecador”; “Yo y el Padre somos uno”.
Hago de la cuaresma la oportunidad de mi vida, convirtiendo mi oración en el fundamento de todas mis acciones, de modo particular el ayuno y la limosna, la riqueza sublime propuesta por Jesús.
