Pareciera como si el alcalde de Medellín hubiera llegado con la misión y propósito de acabar con todo lo positivo de la ciudad y ejemplo para el país. Casos tenemos a montones, definitivamente no quiere a la ciudad que lo vio nacer y reniega de ella. Es como si le doliera aceptar que nació en Medellín y por ello se quiere vengar de su mala suerte.
Me he vuelto monotemático, pero es que a mí me duele lo que aquí pasa con este personaje contra Medellín, en mala hora elegido para gobernarnos. A pesar de haber nacido en la ciudad, no la quiere, no la respeta, no cumple con su deber de trabajar por ella y por su gente. Es como una venganza que lo enceguece y lo hace actuar contra ella.
Primero se fue contra EPM y su obra insignia como es Hidroituango. A pesar de ese odio, no fue capaz de abstenerse de asistir a las pruebas de la primera unidad de generación. Hizo presencia para ganarse los aplausos de los asistentes, con la mala suerte de que esos aplausos se los dieron a quien sí los merece como es el ingeniero William Giraldo Jiménez. Sea esta la oportunidad para ofrecerle mis reconocimientos como los recibió de quienes lo aplaudieron en el acto de puesta en marcha de la primera unidad.
Desde el principio de su mandato, ha dado muestras de su odio contra el Metro de la ciudad. Debe ser por ser el primero y único que funciona en Colombia y que se ha mantenido como ejemplo para el país. Es que la campaña desde antes de construirlo, “quiera el metro de ya”, fue efectiva y real porque todo un pueblo lo quiere y lo respeta como el mejor sistema de transporte público que, con los metro - cables, funciona en este continente. Pero el alcalde no lo quiere, pretende acabar con el sistema, le niega los aportes del municipio y con ello, lo pretende quebrar. Tanto que, a la fecha, le debe 161.000 millones de pesos y ha obligado a los administradores del metro a entablar una demanda por el incumplimiento del alcalde, en mala hora elegido para regir los destinos del municipio.
Ha querido que se le quite el título, si así se puede decir, de “La tacita de plata”, como se conoce a Medellín. Las basuras inundan las zonas verdes y los jardines de la ciudad, los huecos en las calles, que no existían cuando este alcalde llegó a la ciudad, ahora se encuentran por todas partes y vuelven lento el tráfico vehicular, la señalización es caótica y confunde a los visitantes que no conocen suficientemente a Medellín. Por otra parte, la gente denuncia malos manejos de los recursos públicos y de los amiguismos. Según sus propias palabras, el canal de televisión Telemedellín, es para su servicio y no para la ciudad. Los gerentes del canal han sido de otros lugares del país, como tantos otros funcionarios y, por el desconocimiento de Medellín, los hacen cometer errores contra la ciudad.
¿Y de la revocatoria qué?