El 29 de abril de 1996, el entonces ministro de Hacienda, Guillermo Perry Rubio, renunció a su cargo. Según cuenta en su reciente libro (Decidí contarlo, 2019), la inesperada dimisión tuvo una gran repercusión en la prensa nacional e internacional. No se trataba únicamente del hecho de ser el miembro más importante del equipo económico del gobierno de Ernesto Samper, que había sido recibido con tranquilidad por los mercados dados los kilates de sus integrantes (Antonio Hernández, José Antonio Ocampo, entre otros), sino también porque el saliente ministro había sido uno de los principales artífices de su llegada al poder, ya que lo había acompañado en la construcción de su proyecto político.
Perry, narra esa y otras historias a Isa López. En el libro se hace el recuento de la vida profesional de uno de los más importantes economistas que ha tenido este país. Sus aportes han sido muchos y valiosos, pues desde muy joven pudo colaborar y más tarde incidir en varios campos claves de la política económica. Participó en el diseño y puesta en marcha del sistema eléctrico, de la masificación del gas domiciliario, de la estructura tributaria y, como ministro de Hacienda, de un interesante experimento de concertación entre las empresas, el gobierno y los sindicatos, el llamado “Pacto Social”.
Su paso de tecnócrata a politécnico, lo llevó a ser senador de la República y miembro muy destacado de la Asamblea Nacional Constituyente, donde contribuyó en el diseño de los temas económicos centrales de la Carta Política, como la nueva visión de un banco central independiente y el nuevo régimen de servicios públicos. En las discusiones sobre las cuestiones económicas siempre defendió un principio rector: “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. Sin olvidar que fue el ponente de los temas ambientales, un aporte esencial para una constitución moderna.
El libro muestra cómo se fue cuajando ese buen economista que es Perry y el lector puede conocer cómo bebió de las fuentes de la sabiduría económica para aplicarla en su accionar público, y también revela el desencanto de alguien entregado a una causa, la consolidación de un movimiento social demócrata en Colombia, que se desmorona ante la crudeza de la realidad de la sociedad colombiana de ese entonces, permeada por el narcotráfico, textualmente, en todos los niveles.
Desde el episodio de la renuncia, el libro se vuelve otro. Hasta entonces, narraba la vida intensa del servidor público. De ahí en adelante está, primero, la distancia física del país por una larga temporada en el exterior y, segundo, una nueva forma de participar en lo público, aportando con su capacidad de análisis para determinar, entre otros temas, los aciertos y desaciertos de los gobernantes, en cuanto al desaprovechamiento de las bonanzas petroleras, y los problemas fiscales no resueltos, convertidos en un riesgo cada vez mayor.
Un fresco muy bien logrado de la construcción de la economía colombiana, en el relato de un importante protagonista. Decidí leerlo y valió mucho la pena.