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Ramiro Velásquez Gómez
Columnista

Ramiro Velásquez Gómez

Publicado

Decisiones

Solo se vive una vez. No es dicho nuevo, de hecho incidió, en el caso colombiano, para el fomento de la violencia: hacer dinero pronto, sin importar cómo ni las consecuencias. Ahora es diferente. La pandemia ha puesto a pensar a muchos sobre la vida tan efímera, un presente de resignación (así se tenga un empleo), y un futuro complicado.

Sé de conocidos que abandonaron su trabajo en días álgidos de Covid-19 sin tener otro. No se sentían motivados con lo que hacían. Ahora ven las cosas de otra manera: se están perdiendo años en oficinas o empleos tradicionales donde las promesas escasean. Claro, no todos lo sienten pero es un fenómeno que cobra fuerza.

Kevin Roose, en The New York Times, lo llama la economía Yolo (you only live once), un término acuñado hace unos años por el rapero Drake.

Una encuesta de Microsoft, dice, reveló que globalmente 40 % de trabajadores considera cambiar de trabajo, 49 % entre usuarios de la red social Blind.

Una desesperanza atizada por las secuelas económicas de la pandemia.

No es fácil. El estudio Los jóvenes y la Covid-19 de la OIT, la Unión Europea y otros encuestó a más de 12 000 jóvenes (18 a 29 años) de 112 países, en su mayoría instruidos y con acceso a internet: uno de cada seis se quedó sin trabajo y 42 % redujo sus ingresos.

Muchos se preguntan qué será de sus vidas. También quienes ven que su empleo se ha precarizado. O no se ven horas frente a una pantalla sentados en el comedor.

También hay otro cambio: salir de la ciudad. En los alrededores de Nueva York, para dar un ejemplo, se encarecieron las viviendas porque la demanda es altísima. Y acá. Me decía un tendero en carretera por Barbosa que no había día que no pararan uno o dos vehículos en busca de finca para arrendar o comprar. Lo hacen quienes están pensionados, o aquellos a los que la pandemia les permitió flexibilizar su trabajo o hacerlo de lejos. Aire puro, vegetación, frescura que ya la ciudad no garantiza.

Una especie de hastío con el empleo y el trabajo desde casa, con las ciudades e incertidumbre con el futuro. No es general, pero se percibe con facilidad.

Trabajar sin descanso, sin disfrutar durante años de hijos, pareja, familias y amigos para al final obtener una recompensa cada vez más tacaña está poniendo a pensar a muchos.

Maullido: se ven obreros de construcción en horarios diferenciados. Camacol dio el primer paso, ojalá otros copien

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