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Carmen Elena Villa Betancourt
Columnista

Carmen Elena Villa Betancourt

Publicado

Del walkman a Spotify

Por: Carmen Elena Villa

Este mes el walkman celebró sus cuatro décadas de existencia. En 1979 los melómanos se maravillaron al saber que había salido al mercado un aparato que les permitiría tener música portátil. Desde entonces se puso de moda caminar, trotar, lavar el carro o regar el jardín con audífonos. A quienes les gustaba coleccionar discos tendrían que darse la tarea de grabarlos en casetes para poder llevar a la calle la mejor música. Media hora después de emprender la tarea que se hacía mientras se escuchaban las melodías favoritas los melómanos tenían que hacer una pausa para dar vuelta al casete. En la medida que iba pasando el tiempo, se grababan nuevas cintas para que la música tuviera más variedad. Así la colección de casetes se iba incrementando. El walkman por muchos años estuvo al lado de transeúntes que veían en la música su mejor compañía. En cualquier película ambientada en los años 80 que se respete, el walkman hace parte importantísima de la escenografía.

Pasaron los años y la calidad de este producto se fue incrementando con la llegada del discman al cual Sony le dio en 1990 el nombre de CD walkman. Ya el usuario no tenía que darse a la tarea de grabar la mejor música en cintas sino que podría acudir a ella, y en una calidad mucho mejor, directamente desde los CD que compraba (aunque los costos eran altos y la buena música se convirtió así en un lujo de pocos). A estos novedosos aparatos les llegó su fin cuando en el año 2001 el hoy difunto Steve Jobs presentó al mundo un dispositivo que en pocos centímetros y con un peso ínfimo reuniría una colección musical envidiable para cualquier rocola o vitrola: el IPod. Más de mil canciones entraban en ese nuevo aparatito, dando la oportunidad de escuchar durante horas (y días) una amplia colección de melodías sin tener que adelantar, atrasar o demorarse horas pasando de un equipo a otro las mejores canciones.

Hoy a un joven de 20 años o menos le es difícil comprender que se requería tanto tiempo y esfuerzo para hacer algo tan cotidiano como escuchar la música favorita en la calle. Hoy también a alguien mayor de 60 le parece increíble tener al alcance todos los temas musicales que quiera y reunir listas de canciones en pocos minutos por medio de una colección virtual llamada playlist. Le parece inverosímil que para ello tenga que invertir poca cantidad de dinero. La vida del walkman fue corta, pero dio paso a la música compañera de camino, presente en los celulares con cientos de miles de playlists creados y compartidos entre quienes tengamos gustos similares.

Es verdad que la aparición de estos dispositivos han tenido también un impacto negativo como es el individualismo, cuando el usuario se sumerge en su mundo por medio de unos pequeños audífonos inalámbricos. Pero cuando se supera este vicio es mucho lo que se puede disfrutar acompañando sus viajes, caminatas o tareas cotidianas con la mejor música porque, como dice Andrea Bocelli en su canción Vivo por ella, “En mi piano a veces triste la muerte no existe si ella (la música) esta aquí”.

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