Fiesta de la esperanza y de la liberación de la muerte. Reflexionemos primero sobre lo que celebramos los creyentes, y luego sobre lo que queremos decir a los no creyentes en este día.
Para nosotros los textos bíblicos de la resurrección de Jesús tienen un lenguaje especial que se vive en una comunidad que anuncia viviendo y narrando y narra anunciando y viviendo. Son textos articulados con la pasión de Jesús. El humillado y aniquilado en la cruz es el portador de la salvación. Son textos escatológicos referidos a cada uno de nosotros, porque superan la diferencia temporal entre el momento de su acontecer y el presente de cada uno de nosotros, que llevamos la vida entre preguntas una de las cuales es nuestra propia muerte. Son textos que no se refieren solamente a lo que pasó con Jesús, sino que abarcan el presente y el futuro de cada uno de nosotros, porque Dios ha acontecido en la muerte del crucificado y en su resurrección, anticipándonos y abarcándonos a todos. El “de una vez” de este acontecimiento es, como San Pablo dice en Romanos 6,8-10 “de una vez para siempre”, pues la historia de Jesucristo, de parte de Dios, ha sucedido para nosotros, y este acontecimiento nos alcanza inmediatamente a cada una, a cada uno. Llamados todos y todas a identificarnos con la cruz de Cristo en el amor desinteresado y verás a los demás, hoy en Colombia, en el mundo, para hacernos así partícipes de su resurrección. Son textos que convocan a la comunidad porque el hecho que acontece en Jesús crucificado acontece en la existencia y el caminar de los discípulos en la comunidad responsable del amor verdadero y la esperanza.
A los no creyentes queremos compartirles el sentido humano profundo de estos textos. Los hombres y las mujeres, que vivieron como Jesús vivió, no terminarán con la muerte. Lo decimos no solo porque la memoria de ellos prevalecerá, sino porque su existencia continuará aunque la forma de esta continuación les sea ahora incomprensible. Los que vivieron como Jesús, es decir, los hombre y las mujeres que recibieron el regalo de la vida como una oportunidad de amar y servir en coherencia con su propia conciencia, y como Jesús compartieron, comprendieron, construyeron comunidad, fueron solidarios y compasivos, defendieron la dignidad de los demás, trabajaron por la paz y cuidaron de la naturaleza, fueron generosos y magnánimos y acogieron con grandeza los sufrimientos que conlleva una vida así entregada, ellos y ellas permanecerán para siempre en el misterio del Amor que, crean o no crean, está a la base del testimonio que dieron con sus vidas.
Este es el mensaje del día de Resurrección. ¡Felices Pascuas!.