Dante Alighieri murió hace setecientos años. La Divina Comedia es la taxonomía genial de la condición humana réproba, distribuida en nueve círculos del Infierno que recorrió acompañado del poeta Virgilio. El símbolo literario del italiano, así como Cervantes y Shakespeare lo son del español y el inglés, se recuerda con su amadísima Beatrice Portinari, la donna angelicata, la dadora de bienaventuranza.
Confieso que la Divina Comedia y La Vita Nuova no las he leído con tanto placer intelectual como el de las obras de Shakespeare y, por supuesto, el Quijote y las demás de Cervantes. Ha primado la curiosidad de lector, sobre todo por identificar la descripción dantesca de Infierno, Purgatorio y Paraíso y afirmar la presunción muy obvia de que el cono invertido en cuyos nueve círculos deben estar padeciendo su eternidad los condenados es tan universal que uno podría localizarlo muy cerca. Tal es la originalidad de Dante: Seres humanos abominables y reconocibles hay en todos los tiempos y espacios, su lugar de tormento es un no lugar, tan cerca o tan lejos como se prefiera.
De La Divina Comedia y La Vida Nueva conservo la preciosa edición de Aguilar de 1948, con 111 ilustraciones y traducción de Juan de la Pezuela. Esta obra, más otras exegéticas, hermenéuticas e históricas accesibles, ha sido fuente de la exposición que hice en la tertulia del Coloquio de los Libros. Hoy, mi interés primordial no está en hablar del Dante político en medio de la disputa entre güelfos y gibelinos por la primacía en el Imperio Romano Germánico. Sí consiste en subrayar la clasificación de Dante de los nueve círculos:
En el primer círculo, el Limbo, residen los paganos virtuosos y aquellos que siendo buenos no fueron bautizados, no pueden entrar al Cielo. Es el más extenso y poblado del Infierno. Ahí figuran Homero, Aristóteles, Platón y Averroes. No conocieron a Dios. En el segundo círculo están los lujuriosos. En el tercero sufren los condenados por gula. El cuarto lo ocupan los acumuladores de bienes materiales y derrochadores. El quinto círculo es el destinado a los iracundos y los perezosos. En el sexto se retuercen los herejes que han desafiado la autoridad de la Iglesia. En el séptimo y en tres anillos viven (si eso es vivir) los perversos, delincuentes, homicidas, sodomitas, usureros y blasfemos. El octavo es el de los condenados por fraude y engaño. Y en el noveno están los traidores, acompañados por Lucifer. Figuran Bruto, Judas, Caín, Antenor de Troya y Tolomeo.
¿Encontraremos ahí caracteres comparables a los de algunos individuos prominentes en la historia de un país como el nuestro, o en la noticias de todos los días? ¿A quiénes quisiéramos ver? Qué bueno si los lectores hicieran este ejercicio...