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¿Dónde está Martha Lucía, la Vice, la mujer?

Por carlos alberto giraldo

carlosgi@elcolombiano.com.co

Muchas mujeres, que la admiran, esperaban más visibilidad, pero sobre todo acciones y cambios. Pero Martha Lucía Ramírez, la vicepresidenta, se está diluyendo. El liderazgo prometido, en una mujer que no está acostumbrada a callar, se percibe ausente, pobre.

Hay tantos temas en los que las mujeres pueden y deben ser protagonistas y líderes (lideresas, les gusta a algunas) en Colombia: el maltrato infantil, con especial ocurrencia en niñas entre los 5 y los 17 años. La inequidad en los cargos públicos, tasada en que, de cada 10 puestos, 7 son para hombres. Las tareas ante el Congreso, donde “los honorables” duermen siesta cuando se trata de leyes y debates en torno a la equidad de género.

¿Dónde está Martha Lucía Ramírez, a quien tanto quieren sus pares, que era la promesa de un protagonismo femenino en los asuntos del Estado y del Gobierno?

Van siete meses de la presidencia de Iván Duque y la tendencia es a la disminución, a la invisibilización del papel de aquella mujer que fue esencial, partícipe, protagonista, en las elecciones pasadas. Mujeres tenaces de ese entorno cuestionan: ¿Ya se dejó opacar? ¿Ya la mandaron callar? ¿Ya empeñó sus responsabilidades en función de las obligaciones, estrategias y favores del presidente Duque?

Es ella la que tiene que responder. Porque el liderazgo de las mujeres hoy es tal que, dicho en buen paisa, debe ponerse las pilas a dar cuenta y razón del cumplimiento de sus compromisos de campaña.

La abogada Ramírez ha tenido intervenciones recientes desafortunadas, con las que incluso se le caricaturiza. Su larga lista de cargos en los asuntos públicos, su experiencia y fogueo en los escenarios de la política nacional, le exigen, le imponen, una labor sin excesos de protagonismo, pero sí con hondura y firmeza en la defensa de los derechos y garantías de las mujeres.

La vicepresidenta no puede convertirse en una figura inane y decorativa de la estructura de Palacio. Germán Vargas y Óscar Naranjo tuvieron la tarea específica de la infraestructura, la vivienda de interés social y el posconflicto. Ramírez Blanco no puede ser inferior al reto de abrirles paso a las posibilidades de las mujeres en el Gobierno, la empresa privada y las luchas cotidianas. En los asuntos domésticos que desgastan y a veces violentan a las colombianas.

Se sienten agotados, muy pronto, sus roles en una vicepresidencia para la que tiene acumulada y ganada la suficiente experiencia política y humana. ¿Qué pasa? Es joven el tiempo, para que Martha Lucía Ramírez despunte y consiga la atención del país, en torno a los asuntos capitales de nuestras mujeres.

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