Por Susana Gaviria
Universidad Pontificia Bolivariana
Comunicación - Periodismo, semestre 9
susana.gaviriag@gmail.com
Seguramente nunca nos hemos preocupado por el acoso que a diario vivimos las mujeres, quizá no nos ha quitado la tranquilidad porque no es a una hermana, mamá, tía o amiga; quizá no lo hemos visto de cerca como para decir que es un tema que nos debería inquietar.
Sin embargo, el acoso existe y no es normal que las mujeres nos sintamos inseguras al caminar por una calle solas, no es normal que nos arrepintamos de ponernos cierta ropa por el hostigamiento verbal, no verbal y a veces hasta físico.
Son muchos los casos de las mujeres que nos hemos sentido agredidas en la calle por una mirada mal intencionada o por un comentario vulgar, teniendo miedo de defenderse porque casualmente es la mujer la que sale a deber, porque no recibió de la mejor manera el comentario del acosador, pero y ¿por qué hacerlo? Las mujeres no estamos solicitando la aprobación de las vestimentas, ni mucho menos piropos ofensivos en la calle, no queremos sentirnos como un pedazo de carne con buenas piernas caminando por la calle.
Ahora bien, el miedo de contarlo también se hace presente, nos sentimos culpables por llevar una falda o un escote pronunciado “seguro la gente piensa que soy una exagerada”, “seguro piensan que es mi culpa por salir vestida de x o y manera”. No, no es la culpa de las mujeres, no es la culpa de la falda, no es la culpa de la calle sola, no es culpa de nadie más que de la persona que cree que tiene derecho a opinar sobre las mujeres.
El acoso es el principio de un delito, lo que puede comenzar con un mal piropo o una señal soez puede terminar en una violación y hasta feminicidio, las estadísticas pueden dar fe de ello, pero no quiere decir que las mujeres seamos las únicas que sufrimos acoso, muchos hombres son también víctimas de ello, son perseguidos, maltratados y hostigados.
La sociedad se debe concientizar y entrar a exigir castigos mayores a los agresores, no se puede permitir que la indiferencia conciba el acoso como algo normal.
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