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Aldo Civico
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El aire, un bien público

Por ALDO CÍVICO

aldo@aldocivico.com

La contaminación del aire es una realidad tan grave que se ha vuelto tema de conversación en familia, entre amigos, en el trabajo. De hecho, la calidad del aire nos está matando desde hace rato; hay estudios que aseguran que cada año mueren tres mil personas en Medellín como consecuencia de afecciones generadas por la contaminación ambiental.

El desafío que la ciudad tiene hoy con respeto a la calidad del aire es compartido con otras grandes ciudades alrededor del mundo, sobre todo en el sur del planeta. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la última década los niveles de contaminación han crecido un ocho por ciento. Además, el 80 por ciento de la población urbana está hoy expuesta a sulfatos, nitratos, carbono negro y otros contaminantes, a niveles que exceden los límites permitidos por la OMS. Dice la organización que la contaminación es responsable de unos tres millones de muertes prematuras. Esto es aproximadamente la mitad del número de personas que mueren anualmente por enfermedades relacionadas con el tabaco. La contaminación del aire está relacionada con un mayor riesgo de infartos, otras enfermedades cardíacas, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias.

Es claro que en Colombia esta situación tiene que convertirse en prioridad en la agenda pública tanto del gobierno nacional como del local. Hay que tomar medidas urgentes y hasta impopulares, cuando sea necesario, medidas que el alcalde Gutiérrez ha demostrado que sabe tomar (mientras que, al secretario de medioambiente, por sus declaraciones irresponsables, deberíamos sancionarlo a que se desplace solamente a pie). Por ejemplo, en la Ciudad de México, cuando niveles peligrosos de contaminación del aire se manifestaron en marzo del 2016, el gobierno local ordenó que 2 millones de carros fueran retirados de las carreteras, casi el 40 % de los vehículos de propiedad privada. Milano y Madrid tomaron medidas similares. Pero la política puede hacer mucho más. Por ejemplo, con incentivos, puede ayudar a reducir el costo de la producción de carros eléctricos, lo que hoy todavía depende del alto costo que tienen las baterías. Medellín se caracteriza por ser un centro de innovación y podría ser pionera en una colaboración entre el sector público y el privado para transformar la cultura de la movilidad en el Valle de Aburra.

De hecho, la política no puede ser el único ámbito de iniciativa, sobre todo cuando hay escasez de líderes visionarios y conscientes. Hoy, hay que reclutar también a emprendedores sociales, ONG, inversionistas de impacto y filántropos para crear soluciones sistémicas. No es suficiente contar con la tecnología exponencial que tenemos hoy en día, sino que hay que enfocarse también en las dimensiones de los procesos sociales y económicos que producen emisiones, para identificar puntos estratégicos de cambio. Al fin y al cabo, el tema en el fondo es sencillo: ningún problema relativo a la calidad del aire ha sido resuelto sin la reducción de la emisión de contaminación, y esta reducción es responsabilidad de todos.

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