Es indudable que la pandemia les puso tapabocas a temas importantes, que quedaron relegados y pasan de agache.
Por ejemplo, la Alcaldía de Medellín. ¿Qué pasa allí? Es claro que al alcalde Daniel Quintero le tocó tirarse a bailar con la más tiesa, covid-19. Mientras, presentó un plan de desarrollo calificado de mediocre por concejales, mejorado en los debates pero no a nivel de proyectos y será difícil evaluarlo.
Hay otras situaciones que inquietan, aparte de que quien se bautizó independiente parece que repartió una amplia cuota burocrática, con cientos de contratos no renovados de personal en diferentes dependencias.
Para contener al coronavirus se desarrolló una plataforma para que se inscribieran quienes necesitaban ayudas o debían salir a trabajar u otras actividades. Una plataforma que se entrometió en la vida de las personas al punto de que un juez ordenó cambios.
Los críticos de la gestión de Quintero fueron aumentando. Juan David Ortiz, director del periódico Delaurbe, contó en diferentes trinos cómo esos críticos son mal vistos. En uno, opinó que en la Alcaldía “hay un gobierno al que le estorba la Constitución. Lo dejó entrever antes de la pandemia y ahora usa el discurso de la “guerra” contra un virus para imponer su propio estado de excepción”.
Denunció una cuenta dedicada a adular al alcalde y descalificar críticos. El mismo Quintero, en un trino, pidió a sus funcionarios seguir adelante y no escuchar comentarios mezquinos. ¿Mezquino quien le critica?
Ortiz mostró el contrato con una firma para analizar en redes perfiles específicos y medir el impacto social y político. Al parecer es peligroso quien piense diferente y haga observaciones. Mala manera de entender la democracia aunque se está volviendo común. (Aterra cómo lo primero que organiza un funcionario electo es un arsenal para promoverse en redes sociales y acallar opositores).
Para terminar (aunque hay más situaciones) una exigencia a medios informativos comunitarios seleccionados para recibir dinero de la Alcaldía es que deben retransmitir intervenciones del alcalde y publicar cuatro notas oficiales. Culto a la personalidad, e intromisión exagerada, como si no hubiéramos tenido suficiente con la pasada administración (y su bodeguita, denuncia de Delaurbe que le valió premio).
Algo no marcha bien con el alcalde Quintero, un experimento calificado por el columnista Jorge Giraldo, como “autoritarismo más corrupción más tecnología”.
O sufre trastorno de persecución, se le subió el ego o su estilo es ese: solo vale su opinión. Y hay que imponerla.
Maullido: qué duro ser mujer en este país.