Por Naomi Oreskes y Nicholas Stern
Desde hace algún tiempo, ha quedado claro que los efectos del cambio climático están apareciendo más rápido de lo que anticipaban los científicos. Ahora resulta que hay otra forma de subestimación tan mala o peor que la científica: la subestimación de los costos por parte de los economistas.
El resultado de este fracaso de los economistas es que los líderes mundiales no entienden ni la magnitud de los riesgos para la vida y los medios de subsistencia, ni la urgencia de la acción. Cómo y por qué ocurrió esto se explica en un informe reciente de científicos y economistas de la London School of Economics and Political Science, el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y el Earth Institute de la Universidad de Columbia. Una razón es obvia: dado que los científicos del clima han subestimado el ritmo del cambio climático y la severidad de sus efectos, entonces los economistas necesariamente subestimarán sus costos.
Pero es peor aún. Un conjunto de supuestos y prácticas en economía ha llevado a los economistas a subestimar el impacto económico de muchos riesgos climáticos y a ignorar a algunos de ellos por completo. Eso es un problema porque, como señala el informe, estos “riesgos ignorados” podrían tener “impactos drásticos y potencialmente catastróficos en los ciudadanos, las comunidades y empresas”.
Un problema tiene que ver con la naturaleza del riesgo en un mundo alterado por el clima. Ahora el dióxido de carbono está en su concentración más alta en la atmósfera en tres millones de años (y sigue en aumento). La última vez que los niveles fueron tan altos, el mundo estaba cinco grados Fahrenheit más cálido y el nivel del mar de 32 a 65 pies más alto. Los humanos no tienen experiencia en resistir condiciones sostenidas de este tipo.
Los hidrólogos han reconocido que el cambio climático ha socavado la estacionariedad en el manejo del agua; de hecho, declaran que la estacionariedad está muerta. Pero los economistas en general no han reconocido que esto se aplica a los efectos climáticos en todos los ámbitos. Se acercan a los daños climáticos como perturbaciones menores en torno a un camino subyacente de crecimiento económico, y toman poco en cuenta la destrucción fundamental que podríamos enfrentar.
Una segunda dificultad involucra parámetros que los científicos no creen que puedan cuantificar, como el valor de la biodiversidad o los costos de la acidificación de los océanos. La investigación muestra que cuando los científicos carecen de buenos datos para una variable, se ven reacios a asignar un valor por temor a estar “inventando”.
Por lo tanto, en muchos casos, lo omiten del modelo, evaluación o discusión. En las evaluaciones económicas del cambio climático, algunos de los factores más importantes, como los umbrales en el sistema climático, cuando un pequeño cambio podría modificar el sistema de manera catastrófica, y los posibles límites a la capacidad humana para adaptarse, se omiten por esta razón. Un ejemplo del informe: el derretimiento de los glaciares del Himalaya y la nieve inundará y afectará el suministro de agua de las comunidades en las que viven cientos de millones de personas, pero esto no se encuentra en la mayoría de evaluaciones económicas.
Un tercer y aterrador problema involucra los efectos en cascada. Una de las razones por las cuales los daños del cambio climático son difíciles de comprender es que no ocurrirán de forma aislada, sino que se reforzarán mutuamente de manera perjudicial. En algunos casos, pueden producir una secuencia de daños graves y quizás irreversibles.
Por ejemplo, una pérdida rápida y repentina de hielo terrestre de Groenlandia o de la Antártida Occidental podría conducir a niveles del mar mucho más altos y mareas de tormenta, lo que contaminaría los suministros de agua, destruiría las ciudades costeras, expulsaría a sus residentes y provocaría conflictos.
Otro ejemplo: el aumento del calor disminuye la producción de alimentos, lo que conduce a una desnutrición generalizada, y reduce la capacidad de las personas para resistir el calor y las enfermedades y hace que les sea imposible adaptarse al cambio climático. El calor extremo sostenido también puede disminuir la productividad industrial.
En el peor de los casos, los impactos pueden desencadenar un ciclo de retroalimentación en el que el cambio climático conduce a pérdidas económicas, lo que lleva a la interrupción social y política, y socava tanto la democracia como nuestra capacidad para evitar un mayor daño climático. La urgencia y posible irreversibilidad de los efectos climáticos significan que no podemos esperar a que los resultados de la investigación profundicen nuestra comprensión y reduzcan la incertidumbre sobre los riesgos. El estudio sugiere que si nos falta algo en las evaluaciones, es probable que sea algo que empeore el problema.
Esta es otra razón por la que urge buscar un nuevo camino económico más verde para el crecimiento y el desarrollo. Si hacemos eso, todavía es posible un final feliz. Pero si esperamos estar más seguros, la única certeza es que lo lamentaremos.