El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) publicó recientemente el informe titulado “Cambio climático 2021: la base de la ciencia física”, en el cual se analizó -por un grupo de 234 científicos de diferentes países del mundo, entre los que está la profesora e ingeniera de la Universidad de Antioquia Paola Andrea Arias- toda la información científica recopilada en los últimos años sobre las consecuencias negativas que ha producido la actividad humana en la tierra, la atmósfera, la criosfera y la biosfera.
Según el informe, es irrefutable que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Ha aumentado de forma impresionante la temperatura global en aproximadamente 1,07°C, produciendo colosales incendios en Australia, Grecia, EEUU. La precipitación media mundial sobre la tierra ha aumentado de forma rápida desde la década de 1980, generando grandes inundaciones.
Frente a este informe, como ha sucedido ya con otros, habrá muchas críticas. Hay un grupo muy influyente, con mucho poder entre las grandes potencias económicas del mundo que afirma que en esos informes se trata de un simple alarmismo medioambiental que no está científicamente justificado. Aseveran también que el actual calentamiento global obedece a fuerzas naturales. Por esto consideran que descarbonizar los actuales sistemas de producción y consumo, sería tan caro como inútil.
Otro grupo es el de los ecologistas radicales que piensan que las propuestas de estos informes son insuficientes y han llegado demasiado tarde. Su alternativa es frenar el crecimiento económico. Un tercer grupo es escéptico frente a estas propuestas. Expresan serias dudas sobre su eficacia: la ONU no ha demostrado capacidad para imponer cambios a los Estados y a las grandes empresas internacionales.
La descarbonización es un gran reto también para Colombia, pero es necesario resolver asuntos centrales en materia de crecimiento económico, desarrollo, reducción de la pobreza y la desigualdad, e inversión en infraestructuras. El problema es cómo solventar simultáneamente los asuntos económicos y medioambientales.
Duque es un presidente con un doble discurso, es ecologista frente a la OCDE y promotor de la degradación ambiental: nada efectivo ha hecho frente a la deforestación de la selva del Amazonas y ha sido impulsor del envenenamiento masivo de la población campesina mediante las recientemente re-aprobadas fumigaciones de cultivos de uso ilícito con glifosato. Y no presionó a su coalición para aprobar en el Congreso la ratificación del Acuerdo de Escazú.
La crisis ecológica global está estrechamente relacionada con una tensión política entre las naciones más poderosas y el Sur Global. Estos últimos afirman que la crisis medioambiental, así como la creciente desigualdad entre las naciones, exige un proceso redistributivo global de recursos y que se reduzcan las emisiones y la deforestación a escala planetaria. De otro lado, muchos gobiernos y grupos de presión industriales buscan mantener el crecimiento económico, aunque eso se traduzca en una reducción de los niveles de seguridad y protección social en general, en la reducción de los estándares ecológicos y sanitarios, en una carga fiscal injusta y en un aumento de la desigualdad social