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David E. Santos Gómez
Columnista

David E. Santos Gómez

Publicado

El camino de las balas es largo - 300 días de infierno

Dice el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski que los próximos seis meses de la guerra contra Rusia serán decisivos para definir el futuro del conflicto. Seis meses más de muerte y sangre y desplazamientos. Y piensa uno en el plazo, en medio de la agitada realidad que olvida todo en cuestión de horas -y que con eso nos engaña simulando que los problemas ya se han resuelto - y cae sobre nosotros el peso enorme de la desgracia que vive Europa desde hace ya 300 días. Lo que pretendía ser una guerra relámpago se transformó en una lluvia de confusión y muerte. Un invierno de dolor prolongado.

Se ha hablado cantidades sobre el mal cálculo ruso ante su invasión de febrero y, principalmente, el descrédito de Vladimir Putin como estadista y militarista experto. Se han escrito cientos de miles de artículos, también, sobre las sanciones de occidente a Moscú, las últimas de las cuales, aprobadas hace solo unos días, pretenden atacar los cimientos de grandes bancos, canales de televisión y un puñado de millonarios y políticos cercanos a Putin. Quizá la mayor novedad de estas es el intento de Europa y de Estados Unidos de impedirle al Kremlin el acceso a aeronaves tripuladas y a componentes para construir o reparar drones -protagonistas centrales en toda esta masacre-. Pero Rusia es persistente. Ha demostrado que aún con las derrotas y el repliegue en zonas clave del enfrentamiento, reconstruye su andanada para golpear después con nuevas fuerzas. Putin ha sufrido, sufre y seguirá sufriendo la guerra que él inicio, pero no por eso desandará sus pasos. Está metido hasta el cuello en esta apuesta que ya es evidente, para todos, fue errónea, pero es muy tarde para arrepentirse. Su mano, antes de abrirse para un apretón de paz, seguirá cerrada en puño para golpear más tiempo.

Por su parte Zelenski, nombrado recientemente como el personaje del 2022 por la revista estadounidense Time, edifica su discurso nacional en torno al valor de la resistencia ucraniana y, visto en este punto el éxito inesperado de su aguante, es poco probable que ceda. En las negociaciones de paz, las que ya se mueven por debajo de la mesa y las que vendrán en algún punto futuro, estará muy poco dispuesto a hacer concesiones.

En un parpadeo estaremos conmemorando un año de una de las peores guerras que ha visto este siglo XXI y tendremos que reflexionar de nuevo sobre la incapacidad mundial, de potencias y organismos multilaterales, para evitar este tipo con confrontaciones de largo aliento, con invasiones flagrantes ante los ojos de todos, que involucran además a una nación con poder nuclear y que parecían improbables. Y pasará la fecha de un año y quizá siga de largo porque ante la radiografía que hoy nos presentan las partes, el fin del conflicto se ve aún muy lejos.

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