Por María Glosman Monsalve
Toda ciudad tiene símbolos que la representan. Símbolos que se quieren, se respetan y que nos dan sentido de pertenencia. En Medellín tenemos muchos: la bandeja paisa, el edificio Coltejer, el Metro, la Plaza Botero, etc.
EL COLOMBIANO es un símbolo de gran trayectoria y líder como medio de comunicación.
Cuando alguien quiere dañar uno de estos elementos, nos está agrediendo a todos los paisas que amamos nuestra ciudad y nuestra cultura. Y yo siento que no puedo quedarme callada en esta contienda, que se inició desde una alcaldía altanera, prepotente y soberbia.
EL COLOMBIANO es un periódico respetable, serio y con una trayectoria de más de cien años. Por lo tanto, desde ningún punto de vista permitiremos que la alcaldía de Medellín, escudada en su secretario de gobierno, llame pasquín al periódico.
En EL COLOMBIANO no hay columnistas anónimos. Todos, desde el más versado, respetuoso y culto hasta el que desconoce la diplomacia, es irreverente y folclórico, firman sus columnas de opinión.
Igual, hemos tenido alcaldes de todos los tintes. A algunos se les recuerda por sus obras y a otros por su escasa gestión, pero jamás, hasta ahora, por su toxicidad y prepotencia sin límites.
Igual que la Flip, exigimos respeto para EL COLOMBIANO. Y, como paisas, pedimos que se le devuelva la tranquilidad a Medellín y Antioquia