Las protestas en Minnesota después del asesinato de George Floyd hicieron del estado “un hazmerreír en todo el mundo”, afirmó Trump en una llamada a los gobernadores estatales el lunes de la semana pasada. Más tarde se comprometió a pasar por alto a los gobernadores que toleraban las protestas y a usar el ejército para “dominar” las calles estadounidenses.
Observando al Sr. Trump, pensé en un presidente republicano anterior que convocó a las tropas federales durante los disturbios raciales, pero con un propósito y con un efecto muy diferentes en la imagen de Estados Unidos en todo el mundo.
En 1957, el gobernador de Arkansas, Orval Faubus, prestó apoyo a las multitudes racistas que impidieron que nueve estudiantes negros asistieran a la secundaria White Rock Central High School. Faubus usó la Guardia Nacional de Arkansas para impedir que los niños entraran. El conflicto sacudió a la comunidad durante semanas. El presidente Dwight D. Eisenhower inicialmente no tomó ninguna medida.
Pero luego el incidente se volvió noticia internacional, no muy diferente a la atención global prestada a las protestas actuales. Los aliados americanos se preocuparon sobre cómo la noticia afectaría el prestigio de Washington alrededor del mundo.
En el contexto de la Guerra Fría, los líderes estadounidenses tomaron en serio el efecto devastador que el racismo tuvo en la opinión internacional. Henry Cabot Lodge, el embajador ante las Naciones Unidas en ese momento, le dijo a Eisenhower que podía “ver el daño que los disturbios en Little Rock están causando a nuestras relaciones exteriores” y que “perdimos varios votos” por eso. El secretario de Estado John Foster Dulles pensó que estaba “arruinando nuestra política exterior”.
Cuando la violencia se intensificó, Eisenhower intervino. Ordenó a 1.000 paracaidistas armados de la 101 División Aerotransportada ir a Little Rock. Rodearon la escuela y acompañaron a los estudiantes negros al edificio. En un discurso televisado al país, Eisenhower dijo que había hecho esto para proteger el estado de derecho, y también porque “sería difícil exagerar el daño que se está haciendo al prestigio y la influencia, y de hecho a la seguridad de nuestra nación y el mundo”. El discurso fue elogiado en gran parte de la prensa extranjera, y luego se utilizó en la propaganda de la Guerra Fría para mostrar que la forma estadounidense de gobierno protegía los derechos individuales.
La semana pasada el mundo entero observó la impactante exhibición de tropas estadounidenses en el Lincoln Memorial y en ciudades estadounidenses con el propósito de aplastar los derechos democráticos, en lugar de protegerlos. Mientras Eisenhower proclamó “así se restaurará la imagen de Estados Unidos y de todas sus partes como una sola nación, indivisible, con libertad y justicia para todos”, la explicación de Trump fue dura: “Soy su presidente de la ley y el orden”.
El ejemplo dado por el propio presidente es muy dañino. Cuando Trump tuiteó que los manifestantes de Minneapolis eran “rufianes” y “cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo”, un periodista del South China Morning Post editorializó que “la disonancia cognitiva hace que a uno le dé vueltas la cabeza”, ya que el presidente había apoyado vocalmente a los manifestantes en favor de la democracia en Hong Kong. Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, comentó: “Todo el mundo ha visto cómo se desarrollan las cosas en los Estados Unidos. Es mejor que los políticos estadounidenses tengan su propia casa en orden”.
Durante las décadas de 1950 y 1960, el daño del racismo al papel de Estados Unidos en el mundo se destacó en las sesiones informativas diarias de seguridad nacional del presidente. No es probable que Trump, que ignora sus propios informes, comprenda las formas en que la violencia policial y la injusticia racial obstaculizan la influencia estadounidense, y la forma en que su militarismo podría potenciar la brutalidad extranjera.
Al avivar las llamas de la intolerancia, es el presidente, no los gobernadores, quien mina la posición de su país en el mundo