Es la principal vía de la capital de la república. En tiempos idos se le llamaba la Calle Real. Atraviesa la ciudad de sur a norte, flanqueada por los cerros orientales, que descrestan a los visitantes extranjeros. Es sencillamente la Séptima. En el tramo entre la Avenida de Chile o calle 72 y la Plaza de Bolívar en la calle 10, suceden muchas de las marchas y manifestaciones de este país en movimiento perpetuo.
El pasado domingo 8 esta avenida de doble carril se volvió una música continua. Desde las 8 de la mañana, tarimas en puntos principales y un largo camión plataforma de orquestas, derramaron ritmos sobre una multitud cerrada.
Cantores célebres brindaron sus éxitos y subieron el puño de solidaridad con el Paro Nacional. Desde balcones adyacentes las cámaras de celulares grabaron el caudal de marchantes que circulaba a lo largo de calles y calles. De inmediato estas serpientes se hicieron virus en redes y wasap.
“¡Resistencia!”, arengaron casuales animadores. Un tropel de chicas forzó un espacio para ejecutar la coreografía acompasada contra los violadores. Bicicletas de ciclovía que estorbaban el caminar fueron izadas y se vieron flotar sobre las cabezas como pájaros férreos.
Hacia las dos de la tarde se desgajó un aguacero que no dio tiempo para guarecerse. El escenario del parque de los Hippies, en la calle 60, floreció con paraguas que eran hongos. Algunos asistentes desertaron. La marcha evolucionó hacia la última tribuna en la plazoleta de la calle 85 con carrera 15, donde se fajaron todos los cantantes.
El lunes siguiente varios medios masivos enmudecieron. Los reporteros de radio se limitaron a un titular, sin desarrollo, sobre “veinte mil” manifestantes. Costaba trabajo entender que estos periodistas estuvieran informando sobre la misma ciudad, sobre el mismo país, que horas antes había mostrado la cara verdadera de los ángeles. No hubo vándalos, no hubo Esmad, no hubo escándalo, luego no hubo noticia.
En el aeropuerto Eldorado, en el distante occidente, quince jóvenes con pequeños carteles alusivos al paro fueron detenidos por la policía. Entonces sí hubo noticia y entrevistas. Entre los detenidos estaban algunas periodistas de “De Pasillo”, un medio virtual que se presenta como “de comunicación, opinión y difusión política, filosófica y artística, de estudiantes para estudiantes”.